Los planos secretos de Washington D.C, inspirado en Pierre de Châtillon
El código secreto de la ciudad de Washington
Si el Código da Vinci desveló al gran público las enormes implicaciones de la simbología y la geometría sagrada, los descubrimientos del profesor de la universidad de Québec, Pierre de Chatillôn, en su libro “Trastornos climáticos: los ciclos revelados” van a provocar más de un desmayo entre los norteamericanos y foráneos. Las figuras claves: el primer presidente, George Washington, y el urbanista de la ciudad que lleva su nombre Pierre de Chatillôn. El elemento que lo hace posible: la tecnología “google map” que permite obtener fotografías inusuales de nuestro planeta.
Hoy sabemos que de los 23 firmantes de la Declaración de independencia de Filadelfia, en 1776, 21 eran francmasones. Esta hermandad espiritual era sólo una de las diferentes sectas y religiones provenientes de la Europa anglosajona llegadas a Estados Unidos con la esperanza de establecer la “nueva Jerusalén”. Es decir, imbuidos del espíritu mesiánico de los movimientos religiosos perseguidos por la Iglesia católica: por ello dejaron sus símbolos inscritos en la nueva tierra, comenzando por el archiconocido símbolo del dólar.
Desde los comienzos de la República estadounidense, se formaron dos grupos, uno que defendía la libertad individual y otro, más cercano a la monarquía inglesa, que descreía de esa libertad y valoraba más la seguridad, el autoritarismo y el poder de las élites. Una pugna que se ha mantenido hasta la actualidad. De acuerdo a ese análisis, se pueden explicar los numerosos magnicidios ocurridos en los Estados Unidos, comenzando por el de Abraham Lincoln, el de McKinley o los de los hermanos Kennedy (Robert y John). Esa pugna soterrada explicaría, también, la enorme importancia que la simbología oculta juega en la historia de los Estados Unidos; los códigos en clave estarían traspasando información entre esos dos diferentes grupos.
Como primer presidente de los Estados Unidos, George Washington representa en la mente de los norteamericanos el ideal de libertad que su país representó a lo largo de los años. La evidencia de que el billete de dólar ha albergado desde hace siglos los símbolos de la secta iluminati (la pirámide con “El ojo que todo lo ve” y el búho, dios babilónico Moloch, emblema de los iluminati de Baviera) ha hecho volver los ojos a los muchos símbolos que alberga la ciudad donde se asienta el Poder de los Estados Unidos y por ende, del mundo.
De acuerdo a las investigaciones de Pierre Chatillôn, renombrado poeta y profesor de la universidad francófona de Canadá, George Washington habría querido dejar inscrito en los planos de la propia ciudad, la advertencia de los acontecimientos que estaban por venir, incluido el cambio climático. Todo ello, en manos del arquitecto francés Pierre Charles L’Enfant, quien expresó, tras ver el lugar donde se edificaría la ciudad: “Un pedestal a la espera de un monumento”. Tan claro lo vio Châtillon en su día, que no necesitó planos para ejecutar su diseño de la capital de la república, una especie de “Brasilia” del siglo XIX, pues hubo una planificación urbanística clara desde el principio, que se ha mantenido en el tiempo con pocas variaciones.
Las sorprendentes indagaciones de Châtillon sobre los planos de L’Enfant que les explicamos a continuación se basan en la situación de varios edificios emblemáticos de la capital de los Estados Unidos en lo que se conoce como “National Mall” (“Bulevard Nacional) y en la distancia entre unos y otros. El Capitolio (donde trabaja el Parlamento), la Casa Blanca (donde reside el presidente), el Memorial Jefferson y el perímetro que rodea estos tres edificios conforman un triángulo isósceles. Entre la fuente de la entrada a la Casa Blanca y el memorial Jefferson hay, exactamente, 1776 metros. El mismo año de la fundación de los Estados Unidos y también, de la secta Iluminati. Por encima, se sitúa una gran explanada circular y el Capitolio.
Los lados de este triángulo miden exactamente 2310 metros de largo, con lo que la relación entre la base y los lados es de 0’76. Exactamente, la misma proporción existente en la pirámide grabada en el billete de un dólar. Las avenidas y veredas que atraviesan el gran tramo central del paseo, lo dividen en 13 tramos, exactamente los mismos escalones que tiene la pirámide del billete de dólar.
El número 1776, que son los metros que mide la base de este tríángulo urbanístico y que aparece en la base de la pirámide del billete en números romanos, es el parámetro sobre el que asientan las sorprendentes revelaciones de Châtillon. La primera de ellas, que el monumento erigido en honor a Washington se encuentra a 133 metros de esta línea de referencia. Trasladando esta cifra a décametros, obtendríamos 13’3 que, sumado a 1776, nos daría 1789, el año en que Washington tomó posesión de su cargo como presidente. En esa misma línea recta cuya cúspide es el Capitolio, se encuentran también los monumentos a Abraham Lincoln y en honor de los caídos en la Segunda Guerra Mundial.
Châtillon resalta en su libro la importancia del carácter “estrellado” de la configuración urbanística de Washington. “Igual que ciertas ciudades de Europa de orígenes muy antiguos, las calles de la vieja ciudad de Washington se cruzan, prácticamente todas, en ángulos de 48º o de 132º. Valores que van mucho más allá de lo simbólico y que han adquirido importancia a través de la historia, ya que constituyen la clave sobre la que reposa la teoría de la comprensión de los ciclos climáticos”, afirma Châtillon, que sostiene que la intención no conseguida de L’Enfant era plasmar la “sefirot” de la cábala judía en el plano de la ciudad.
A través de él, Washington habría querido revelar a las generaciones venideras importantes datos sobre el devenir del clima, en este particular calendario inscrito en el urbanismo. Una fecha, la del descubrimiento de América (1492) sería también importante. 2840 metros por debajo de la línea de referencia (en decámetros, 284) se levantó la Casa Arlington, el comienzo de este “Boulevard Nacional”. Curiosamente, 1776-284=1492. En el otro extremo de este Complejo donde reposan las instituciones más importantes de los Estados Unidos, se encuentra la fuente del Capitolio, a 2310 metros de la línea de referencia, es decir, ¡en el 2007!
Esta simbología, según Châtillon, se conserva en todas las edificaciones realizadas hasta finales del siglo XIX, cuando comienzan a aparecer monumentos que no mantienen estas proporciones, de donde se deduce que sus arquitectos habian perdido esta referencia y la simbología que expresa. Es en las calles y vías del interior de este pasillo central donde se concentran los monumentos de Washington DC, con diferentes suelos: pavimentados, de cemento, con césped, de distinto espesor, donde Châtillon encuentra los mensajes inscritos para las generaciones venideras que hoy somos presente.
Éstas son las claves del código desvelado por Châtillon y cuyas profecías aclaramos más adelante.
1- El ancho del paseo central indica la tendencia climática general del período identificado. Cuanto más angosto es el recorrido, mas frío es el clima. Inversamente, un recorrido ancho como el del período que cubre el siglo 18 y el 19, indica un clima más caliente.
2- Las avenidas, veredas laterales y otras porciones pavimentadas del recorrido de origen, ponen de relieve las subidas y bajadas inesperadas de la temperatura. Los períodos de bajadas son también los más fértiles en terremotos.
3 –Las glorietas, como la que corresponde al Memorial Lincoln, representan islotes de temperatura más clemente y que se desdibuja del recorrido de los alrededores. Los empalmes angulares, por su parte, definen la tendencia del período que viene por intermedio de la dirección; el ángulo “>” indica la venida de un período mas frío, mientras que “<” Identifica la llegada de un período más benigno.
4- La casi totalidad de los cruces y avenidas se sitúan en períodos históricos cargados de eventos significativos como las guerras, deportaciones, olas de inmigraciones y otros dramas sucedidos en la Historia de la Humanidad.
5- Desde 1961, estamos atravesando el corazón del más largo empalme angular de todo el Centro Comercial Nacional.
Periodo actual
La punta de la pirámide en el plano que comentábamos al principio termina en la fuente del Capitolio, y es ella la que nos depara las informaciones para estos días, según Châtillon. A partir de 1969, el código defendido por el estudioso canadiense marcaría un brusco aumento de los terremotos de magnitud superior a 7, siendo los terremotos marcados por líneas especialmente señaladas. Algunos importantes eventos, como el de septiembre del 2001, vienen marcados por un pedestal vacío.
El verdadero cambio climático comenzó realmente en mayo del 2003, que en el plano corresponde con el paso de vía con césped a la calzada de cemento. Todo ello, nos sitúa, en el plano urbanístico, llegando a la fuente del Capitolio.
Si bien existen ejemplos de terremotos de menor potencia que han ocasionado daños importantes, los movimientos sísmicos de magnitud mayor a 7 son generalmente causa de daños importantes y se vuelven devastadores, si se producen cerca de una ciudad. Del 2000 al 2003, la cantidad de terremotos mayores de magnitud 7, fueron el triple que lo que registrado durante el siglo precedente, pasando de un promedio de menos de 1 por año a más de 3 anuales.
En julio del 2004 hemos cruzado el tramo de escalones que permiten alcanzar el último palier, sobre el que reposa la fuente del Capitolio: los cálculos a partir de aquí se refieren a la altura de cada uno de los componentes de la fuente, incluido el chorro de agua, que se relacionan con la actividad sísmica. Desde ese momento, las cosas han tomado una nueva velocidad.
Confirmando esta predicción, desde 2004 a 2006 hubo 15 veces más terremotos de magnitud 7 o superior que en ningún otro momento del último siglo , y más del triple que en el periodo 2000-20003.
Actualmente, la correspondencia urbanística-almanaque nos sitúa cerca de la fuente, que comporta, de acuerdo a este estudio, el periodo de mayor actividad sísmica. La fuente del Capitolio es una mole imponente de más de tres metros de alto sobre doce de ancho encima de la cual convergen a la vez, la línea del tiempo y toda la geometría de la ciudad de Washington. Su plato superior representa una “elevación”, y está sostenido por un pilar central rodeado de 8 columnas que simbolizan el sol rodeado de 8 planetas.
Hay que destacar que la obra oculta de Washington no termina en “su” ciudad. Por mediación de este presidente, que bien podría ser considerado el “Salomón moderno”, el perímetro del puerto de la ciudad de Nueva York lleva inscritos los símbolos de los planetas de nuestro sistema solar. Incluidos Urano, Neptuno y Plutón, ¡que eran desconocidos en la época!
Eventos geoclimáticos
De acuerdo a las predicciones de Châtillon, “esta serie de eventos geoclimáticos, sin precedente en la memoria popular, ocurrirá desde enero del 2007 a junio del 2009”.
La muralla de piedra que rodea el estanque de agua inferior se extiende -de acuerdo a estas proporciones que parten de la distancia de la base de ese triángulo: 1776, no lo olvidemos- desde marzo del 2007 a junio 2008. Este estanque de agua de un metro de alto indica un inesperado aumento de terremotos que duplicaría la cantidad actual y lo llevaría a 22 terremotos de magnitud 7 grados o más. Châtillon afirma que “el plato [de la fuente] que ocupa el mes de octubre del 2007 hasta el mes de febrero 2008 es el indicador de perturbaciones de mucha importancia. Estas perturbaciones se duplicarán durante el paso al segundo plato, en el mes de diciembre del 2007, siendo seguidas de dos períodos de severos terremotos, en octubre del 2008 y en junio del 2009. La nomenclatura de los eventos comienza por un período de terremotos más importante hacia fines de enero 2007 y se volverá norma en octubre 2007. Las potencias comprometidas darán lugar a un importante aumento de los fenómenos luminosos a partir de marzo/abril del 2007”.
Entre noviembre del 2007 y enero del 2008 llegará, siempre según este código descubierto por Châtillon, el periodo llamado en la historia “El destructor”, una temporada de descargas eléctricas importantes que se acumularán en la alta atmósfera y atravesarán las diferentes capas aislantes para golpear la superficie terrícola sin tormenta de por medio, como se produjo en Tunguska, Rusia, en 1908. Los cultivos sufrirán los efectos de una ola de frío y de mal clima entre los años 2007, 2008 y 2009. Diciembre del 2007 es el mes situado en la cumbre de la fuente, desde donde se eyecta el agua. Con todos estos sucesos, se terminará un periodo de la historia con eventos geoclimáticos severos.
El Capitolio
Châtillon realiza un concienzudo análisis del Capitolio, reconstruido en 1826, después de su destrucción por los ingleses. Y lo hace así porque en su diseño están inscritos acontecimientos sobresalientes por venir. El modelo de estas construcciones procede de la Antigua Roma y las veredas que lo rodean también son visibles en templos tan antiguos como el de la isla de Malta.
“La habitación principal es un gran óvalo situado delante del Capitolio y la segunda es la porción situada detrás del Capitolio. Un diseño tal simboliza la reunión de los hombres frente a la adversidad de las crisis geoclimáticas y el paso a la nueva sociedad que retomaría vida a continuación, en la cámara posterior. El punto de contacto entre los dos círculos representaba el cruce, un pasaje obligado que todos, sin excepción, debían utilizar”. Con las variaciones efectuadas durante las reconstrucciones de 1829 y 1906, Châtillon ve los diferentes accesos a estas salas como símbolo de las dificultades que la Humanidad habrá de atravesar tras estos fuertes desastres motivados por el clima y los cambios políticos relacionados con el “Nuevo Orden Mundial”, el proyecto Iluminati de dominación de la Humanidad.
“En el Capitolio de 1806, el cruce se situaba en el extremo de un pasaje que llevaba a un templo, mientras que en el de 1829 el cruce era el único camino por el que se podía acceder; la puerta de acceso a la nueva sociedad”, continúa Châtillon.
En 1906, la fachada oeste del Capitolio fue modificada y el pasaje al cruce de estas dos cámaras que permitía el acceso a los escalones del templo, fue trastocado. A partir de ahí,“el acceso al templo se hará de tres maneras. El camino que pasa por el cruce que hoy en día es la fuente, está visiblemente reservado a una amplia parte de la población. Después de haber pasado a través de la crisis geoclimática, aquellos que hubieran franqueado el pasaje deberán a continuación enfrentarse a dos palier, verdadero muro a sobrepasar antes de acceder al templo y de esta manera proseguir su desarrollo. Las vías alternativas son dos enormes escaleras con descansos, que fueron construidas rodeando el cruce y adelantándola en el tiempo. Estas dos vías constituyen dos caminos alternativos reservados al uso de dos clases o grupos de individuos, marcando a la sociedad una escalada de eventos a un ritmo similar, aunque muy diferente al de los eventos climáticos. El camino del tiempo prosigue pues con una diferencia”. Esa diferencia es la agenda de la guerra que para Châtillon comenzó con la invasión del Líbano por parte de Israel el pasado verano.
La agenda de la guerra
Châtillon asegura que estas dos vías alternativas de acceder al templo del Capitolio liberarán sus propias cascadas de eventos, que se desarrollarán a un ritmo similar al de la otra vía. “Cuatro olas sucesivas de eventos, entrecortadas por descansos y eventos geoclimáticos culminantes, aportarán un gran peligro. La desolación que continuará la conjunción de eventos, aportará la oportunidad necesaria para la aceptación de una agenda globalista-dominadora que impondrá su ley a través del planeta”.
Según Châtillon, “la Humanidad se encontrará en junio del 2010 frente a un altar donde se reunirán las diferentes vías [nueva correspondencia con la arquitectura] para presentarnos al líder del Nuevo Mundo, quien nos hará trepar el acceso estrecho del templo que esperaremos en agosto 2012. Una etapa hacia el ‘Nuevo Mundo’ en el interior del plan de globalización mundial “Nuevo Orden Mundial”. Esta agenda prosigue hasta que el centro de la cúpula del Capitolio sea franqueada, caracterizada por el año 2017. “Esta etapa debería representar, de una o de otra manera, la oficialización mundial de la nueva legislación mundial, en la cual una porción de la colectividad Mundial se promulgará el derecho de imponer su visión al resto del mundo”, sentencia Châtillon.
A partir de la salida del Capitolio, el trabajo de Pierre Charles L’Enfant urbanístico-geoclimático habla de una centena de años de condiciones benignas, antes de volver a encerrarse de nuevo y de terminarse en el 2178 sobre una representación de las tablas de la ley de Dios