General, Historia oculta — 17 noviembre, 2007 at 9:32 am

En España ya se puede discutir sobre el holocausto

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España, siempre España. El pasado jueves, el Tribunal Constitucional del estado español dictó una sentencia histórica a nivel mundial, por la cual, consideraba que la libertad de expresión ampara la libertad de opinión (siempre que no haya una declaración expresa incitando a la violencia). En la práctica, ha despenalizado la investigación sobre la supuesta muerte deliberada de 6 millones de judíos durante la segunda Guerra Mundial. Dado que en muchos otros países del mundo, investigar este asunto te puede llevar a la cárcel, celebramos que aquí ya se puede discutir, con un artículo que encontré hace tiempo sobre disparatadas afirmaciones acerca del holocausto. (Por supuesto, no estoy de acuerdo con todo lo que dice… por ejemplo, los ovnis, ni creo que Mengele fuera un santo varón).

LAS MÁS RIDÍCULAS Y BIZARRAS AFIRMACIONES SOBRE LAS ATROCIDADES DEL HOLOCUENTO

 

Una gran cantidad de las afirmaciones de los holocaustófilos sobre los «horrores» que habrían tenido lugar en los «Campos de la Muerte», resultan desde el principio tan descabelladas y absurdas que no puede evitarse emitir una pequeña sonrisa al leerlas, ya que la incredulidad fluye por sí sola.

La existencia de miles de afirmaciones ridículas sobre las supuestas atrocidades del Holocuento se explica por el hecho de que cada «historiador» dice y escribe lo que quiera (al menos hasta antes de que el Revisionismo cobrara la fuerza de hoy), como quien arroja una piedra a un túmulo para formar entre todos una montaña, muchas veces elaborando tremendos tratados en base a las fantásticas declaraciones de «testigos» que, en realidad, nunca estuvieron en los campos y no tienen ni la cultura ni el criterio para medir la lógica de sus aseveraciones. Es producto, además, del entusiasmo por escribir el mayor número de atrocidades holocáusticas posibles, sin reparar en medir lo razonable o creíble que pueda ser cada una de ellas. Los argumentos que se han usado para comprobar el Holocuento son los mismos que se han presentado para comprobar la existencia de ovnis o del Monstruo del Lago Ness, o sea fotografías y testimonios, pudiendo ver el lector la diferencia de criterios que se ha tenido para aceptar un tema y negar otros por «fantásticos». Casualmente, entre los holocaustófilos también abundan los testimonios comprobadamente falsos y las fotografías trucadas tan comunes en esos temas «fantásticos».

A continuación, exponemos algunas (y sólo algunas, por razones de espacio) de las más estúpidas y ridículas afirmaciones «históricas» que se han hecho sobre el mito del Holocausto y la colección de crueldades y salvajismos que habría tenido lugar:

 

SALADOS HASTA MORIR: La supuesta declaración de Diekls sostiene que los SA encargados de los primeros campos se «divertían» por las tardes de verano dándole a beber «salmuera y jugo de bacalao» a los presos, para luego ponerlos al sol del patio en donde perecían por deshidratación. Cuando recordó que en el invierno no había sol, Diekls denunció nuevas reglas para el juego: ahora, lo hacían colocándoles un «cigarrillo encendido en la boca», por el lado de las brasas contra la lengua, y se les obligaba a tragarlo de un par de mascadas.

FENÓMENOS SÍSMICOS POR TANTA MUERTE: Elie Wiesel, uno de los más «autorizados» historiadores del Holocausto, Premio Nobel y presidente de la comisión de los Estados Unidos que investigó las atrocidades por orden de Jimmy Carter, escribió en 1982 que en algunos campos era tal la cantidad de muertos en el día que caían en un mismo lugar que «durante meses y meses» después de una ejecución, el suelo «no dejaba de temblar» y que, a veces, «géisers de sangre brotaban del piso».

PRIMERO QUEMADOS, LUEGO GASEADOS: También vienen del «sobreviviente» Elie Wiesel afirmaciones extrañas. Hasta 1959 sostuvo como «testigo» que los judíos eran asesinados ARROJÁNDOLOS AL FUEGO, y de ahí se bautizó al supuesto genocidio como «holocausto», en referencia a la quema ritual. Pero sorpresivamente, apareció después afirmando que los judíos habían sido asesinados «en cámaras de gases», mito sostenido hasta hoy y que él nunca antes había citado.

PRIMERO ELECTROCUTADOS Y LUEGO GASEADOS, VERSIÓN RUSA: Tal como en el caso de Eli Wiesel, los rusos tampoco mencionaron «gaseamientos» como la forma de exterminio usada por los alemanes. Los primeros informes de 1945 de las tropas rusas, antes de ponerse de acuerdo todos los aliados en difundir la mentira de las ejecuciones por medio de cámaras de gas, reportaron tener pruebas de que en el campo de Padua a los internos se les ejecutaba «con descargas mortales de electricidad», a veces incluso dentro de una piscina con agua electrificada… Porque claro, ¿qué iban a hacer piscinas instaladas en los Campos de Concentración si no eran para matar a los presos en vez de tenerlas para sus actividades recreativas?

PRIMERO ELECTROCUTADOS Y LUEGO GASEADOS, VERSION EXPORTADA A AMÉRICA: Los norteamericanos también cayeron en la fantasía del holocuento de que los Judíos eran electrocutados en masa en Auschwitz, antes de sustituir el mito por el de las cámaras de gas. Periódicos americanos tomaron las citas de un «testigo soviético liberado de Auschwitz», en febrero de 1945, según el cual se empleaba «una banda transportadora eléctrica en que se podía electrocutar simultáneamente a cientos de personas y de ahí conducirlas a los hornos crematorios. Eran quemadas casi al instante, produciendo un fertilizante para los campos cercanos».

EL DR. «FRANKENMENGELESTEIN»: Una serie de revistuchas, como la Enciclopedia Popular Magazine, han afirmado que Josef Mengele hacía atroces experimentos con los niños que llegaban a los campos, y que, en una oportunidad «trató de crear siameses cosiendo juntos a gemelos normales». Y por si esto fuera poco, agrega seguidamente: «Otro testigo contó que intentaba cambiarle el color de los ojos a los prisioneros con inyecciones que los cegaban o mataban».

CACERÍA DE PRESOS EN DACHAU: Uno de los «sobrevivientes» que declararon sobre Dachau (campo en el que hasta Wiesenthal reconoció que no hubo muertos, antes de arrepentirse) en los juicios y las investigaciones, y cuyo testimonio ha sido creído por muchos historiadores a pesar de que nunca hubo otra declaración que lo corroborara, afirmó que en el campo había una línea divisora trazada en el suelo y que ningún interno podía pasarla. Algunos guardias allí «jugaban a la caza», lanzando sus gorros al otro lado del límite y exigiendo a algún preso que fuera a buscárselo, para dispararle en la distancia tan pronto como atravesara la línea prohibida.

LA MAQUINA DEL TIEMPO: Rudolf Höss, primer comandante del campo de trabajo de Auschwitz, fue torturado y obligado a declarar en Nüremberg una serie de incongruencias usadas en los juicios, como el haber visitado el campo de Treblinka en junio de 1941 (Treblinka fue inaugurado en julio de 1942, o sea UN AÑO DESPUES), que en Auschwitz se calcinaban completamente (incluyendo los huesos) tres cadáveres por crematorio cada 20 minutos y que, a penas terminaban de ser ejecutados los prisioneros de las cámaras de gas, los funcionarios del campo solían «entrar fumando» a retirar los cadáveres (a pesar de que el HCN es tremendamente explosivo y de que se afirme que «entraban con máscaras antigás»).

EL RIFLE MÁGICO DE A. GOETH: El cineasta Steven Spielberg, basándose en los «testimonios de los sobrevivientes», postula en su película «La Lista de Schindler» que en el campo de Plawzog, cada mañana, el comandante Ammon Goeth se levantaba con un rifle de alta precisión y se divertía disparándole a la cabeza de los presos en la distancia que andaban por los patios, cual moderno francotirador loco. Lo curioso es que Goeth siempre andaba armado, PERO CON UNA ESCOPETA, como lo demuestran todas las fotos que de él existieron, con la que es imposible realizar sus tiros de precisión y distancia expuestos en la película. Además, los Revisionistas han demostrado que el balcón de Goeth estaba bajo el nivel del terreno del campo de los patios, de modo que desde allí no podría haber tenido a su alcance a los presos.

LAS SARDINAS DE REVENSBRUCK: Un «testigo» de Ravensbruck, también tomado en cuenta por innumerables historiadores, declaró que los recién llegados al campo eran encerrados en piezas tan estrechas y en tal cantidad que, por lo apretados que quedaban, los que se desmayaban o morían asfixiados «seguían de pie, mantenidos verticalmente entre sus compañeros».

MÁS SARDINAS: Otro «sobreviviente» de Mauthausen dejó en actas que en los blocks del campo eran metidos «225 presos en una pieza de 10 por 14 metros».

CONTINÚAN LAS SARDINAS: El famoso «informe Gerstein» dice, para Nüremberg, que un número de «750 a 800 personas de pie eran apiladas sobre unos 25 metros cuadrados y dentro de 45 metros cúbicos de espacio». En otro lado asegura que la cantidad de muertos de los campos de Belzec y Treblinka sumaría ENTRE 20 Y 25 MILLONES DE EJECUTADOS.

PROTOCOLOS DE BIENVENIDA: Un individuo identificado como el «Preso N° 62204 de Mauthausen», declaró en las investigaciones que al llegar al campo, los gendarmes metían a los presos a golpes de garrote y mordidas de los perros a «una ducha hirviendo», luego «una ducha de agua helada», luego metidos «cinco horas en un sauna», luego encerrados en una «pieza fría» y bajo «un chorro brutal de agua helada». Agrega a la patética descripción que, de este modo, «algunos recién llegados morían en la desinfección».

DESNUTRIDOS, PERO DEL PLANETA KRIPTON: La Colección Laser de la Segunda Guerra, 1974, en su capítulo «Los Campos de Exterminio», señala lo siguiente, a propósito de la vida en los campos: «Para subir de carrera el comando de Ebensee (un campo), es necesario remontar 150 escalones. Cada hombre lleva una piedra de 20 KILOS en el hombro».

ASESINATOS CANIBALES: El Profesor Richet escribió con recogimiento y horror que, siendo tanta el hambre a la que eran sometidos los internos por los SS de Ravensbruck, que en una oportunidad algunos de ellos «mataron a 4 de sus camaradas» para robarles sus tarjetas para recibir pan. En otros casos se dice que algunos detenidos «robaban trozos de carne humana y los asaban», llegando a comerse a un hombre entero en un día.

ERROR DE SUMATORIA: Según la película «Nuit et Brouillard» del director de cine francés Alain Resnais, filmada en 1955 y basada en «testimonios reales y declaraciones verídicas», los prisioneros que perdieron la vida en Auschwitz sumaban la aterradora cifra de 9.000.000 DE EJECUTADOS.

EL GRIFO MILAGROSO DE BIRKENAU: Según en Doctor Desiré Hofner, en Birkenau había exactamente una y sólo una llave de agua para proveer del líquido vital a «los 13.000 prisioneros que habían en este campo en julio de 1942».

JUGANDO CON BALANCINES DE MUERTOS: David Russet testimonió que, en el campo de Dora, eran colgados del cuello los presos, para luego ser agitados como muñecos por los oficiales de la Gestapo, quienes obligaban además al resto de los reclusos a pasar entre los cuerpos balanceándose, como medida de escarmiento, todos los días.

APRENDIENDO CIRUGÍA ESCOLAR: En las «confesiones» de Braumkötter sobre el campo de Sachsenhausen, en 1947, se le obligó a declarar por tortura y fuerza (hoy lo sabemos) afirmaciones tan descabelladas como la siguiente: «Se practicaban cortes en los muslos de los presos designados y los cortes se rellenaban con viejos trapos y paja sucia. Todo esto traía como consecuencia la prevista septicemia, de la cual morían gran parte de los individuos inoculados».

LA CRUEL COMPASIÓN DE GRAY: El estafador y falsificador de arte Martin Gray, al que muchos historiadores le han dado tribuna, aseguró que en Treblinka se le destinó a la tarea de sacar a los muertos de las cámaras de gas recién usadas. Con un tono de congoja, señala que si en el proceso encontraba algún niño o bebé todavía vivo, lo estrangulaba con sus propias manos, por razones humanitarias, «para que no sufriera». Hoy se sabe que Gray jamás estuvo en Treblinka.

JABÓN DE JUDIOS: Uno de las demandas del Holocausto más pavorosas y calumniosas es el cuento de que los alemanes fabricaron jabón de los cuerpos de sus víctimas. Aunque se expuso como una broma un cargo similar durante la Primera Guerra Mundial, casi inmediatamente después, se reavivó, no obstante, y se creyó extensamente durante la Segunda. Más importante, esta acusación se «probó» en el Juicio Principal de Nuremberg de 1945-1946, y se ha confirmado autoritariamente por numerosos historiadores desde hace décadas. En años recientes, aunque como parte de una amplia retirada de los aspectos obviamente más insostenibles del «ortodoxo» cuento del exterminio, historiadores del Holocausto han concedido de mala gana que el cuento del jabón humano es una propaganda de los tiempos de guerra.

A pesar de su inherente carácter no creíble, el cuento del jabón llegó a ser un rasgo importante de propaganda de la guerra Judía y Aliada. El Rabí Stephen S. Wise, que durante la guerra encabeza el Congreso Mundial Judío y el Congreso Americano Judío, públicamente declaró en noviembre de 1942 que los cadáveres de judíos eran «procesados en artículos de guerra tales como jabón, grasa y fertilizante» por los alemanes. Más tarde, anunció que los alemanes estaban «exhumanado igualmente a los muertos por el valor de los cadáveres», y pagaban cincuenta marcos por cada cuerpo. A fines de 1942, durante la semana del Congreso, el Congreso Judío Americano publicó editoriales diciendo que los alemanes convertían a los Judíos «por métodos científicos de disolución en fertilizante, jabón y cola». Un artículo en la misma emisión informó también que deportados judíos de Francia y Holanda eran procesados en «jabón, cola y aceite para trenes» en por lo menos dos fábricas especiales de Alemania. Típico de muchas otras publicaciones periódicas americanas, el influyente New Republic informó a principios de 1943 que los alemanes estaban «usando los cuerpos de sus víctimas Judías hacer jabón y fertilizante en una fábrica de Siedlce.» Durante junio y julio de 1943, dos representantes prominentes del «Comité Judaico Antifascista», con sede en Moscú, recorrió los Estados Unidos y reunió más de dos millónes de dólares para la fuerza soviética de reuniones en una serie de reuniones en masa. En cada una de estas reuniones, el jefe judío-soviético Solomon Mikhoels mostró a la muchedumbre una barra de jabón que dijo hecha de cadáveres Judíos. Después de la guerra, supuestas víctimas del Holocausto fueron solemnemente enterradas, en la forma de barras del jabón, en cementerios Judíos. En 1948 por ejemplo, cuatro barras como aquellas se envolvieron en una mortaja de entierro ceremonial y, según ritual religioso judío, se les sepultó en el cementerio de Haifa, en Israel. Otras barras de «jabón Judío» se ha exhibido como áusteras reliquias del Holocausto en el Instituto Histórico Judío de Warsaw, el Museo Stutthof de Gdansk (Danzig), el Instituto Yivo de New York, el Museo del Holocausto en Filadelfia, el Centro del Holocausto Judío en Melbourne (Australia), y en varias localidades de Israel.

A pesar de todo llega a parecer una evidencia impresionante, el cargo de que los alemanes fabricaron jabón de seres humanos es una falsedad, como los historiadores del Holocausto ahora lo reconoces. La barra de jabón «RIF», con iniciales que supuestamente significan «Pura Grasa Judía» realmente indicaban nada más siniestro que «Centro de Provisión del Reich de Grasa Industrial» («Reichsstelle für Industrielle Fettversorgung»), una agencia alemana responsable de la producción y distribución de jabón y productos de lavado durante la guerra. El jabón RIF era un sustituto de pobre calidad, que no contuvo nada de grasa, ni humano ni de otro origen.

LAS LAMPARAS DE PIEL HUMANA: La declaración de uno de los «sobrevivientes» de Buchenwald, expuesta en Nüremberg durante el juicio contra Ilse Koch, esposa del comandante del campo, dice lo siguiente: «Todos los prisioneros que tenían tatuajes recibieron la orden de presentarse en el dispensario… Después que fueron examinados, los que llevaban tatuajes más interesantes y más artísticos fueron muertos por medio de inyecciones. Sus cuerpos fueron en seguida enviados al servicio patológico donde los pedazos de piel tatuados fueron extraídos y remitidos a la mujer de Koch, quien hizo fabricar con esta materia prima algunas pantallas y otros objetos de ornamentación».

¡¡¡UN VAPORIZADOR DE HOMBRES EN AUSCHWITZ!!!: Este relato debe estar entre los primeros lugares de idiotez y ridiculez… En el Tribunal de Nüremberg, el fiscal mayor de los Estados Unidos, señor Robert Jackson, seguramente desesperado por agregarle más muertos imaginarios a las listas, aseguró que los guardias de Auschwitz contaban con un moderno «invento» con el que «vaporizaron» a 20.000 judíos prisioneros, según sus palabras, «en una forma tal que no quedaba ningún rastro de ellos».

CIANURO INTELIGENTE QUE ELIGE SU VICTIMA: El «sobreviviente» polaco Oscar Bergen declara que, luego de ser ubicado en Treblinka, se le encargó bajar los muertos gaseados en los vagones de los trenes (muertos allí para ahorrar tiempo) que eran conducidos así directamente desde los ghettos hasta el crematorio. Bergen dice que los cadáveres acababan de ser ejecutados, y los sacaba cuando todavía tenía olor al cianuro, sin que él resultara intoxicado jamás.

LA ULTIMA CENA: En 1953 se «encontró» por casualidad y enterrado un supuesto manuscrito anónimo de un detenido de Auschwitz, dentro del mismo campo, en el que se lee que a los presos que eran conducidos a las cámaras de gas se les ofrecía un «último favor», y ellos sólo solicitaban desesperados «un pedazo de pan».

HITLER FUE UN «HOMBRE LOBO»: El «prestigioso» antropólogo inglés Robert Eisler, escribió en 1951, en «Man into Wolf», que a Hitler le encantaba pasear entre los cadáveres de los campos de batalla y de los centros de exterminio, agregando que esto se debe a un sadismo derivado de una licantropía severa, pues ERA UN HOMBRE LOBO. De ahí su decisión de matar judíos en masa (como corderos). Eisler señala como prueba de su teoría que, en una oportunidad, encontraron a Hitler en cuatro pies mordiendo una alfombra en su despacho.

PELEANDO POR AIRE: El Doctor Nyiszli, supuesto médico legista húngaro, describió las ejecuciones de gas agregando detalles patéticos como que «al abrir las puertas de las cámaras, los cadáveres no estaban diseminados por todas partes, sino que apilados hasta el techo de la pieza». Y luego agrega explicando el fenómeno: «Es que el gas subía desde las capas inferiores hasta arriba, obligando a los desgraciados a pisotearse y encaramarse unos sobre otros». Hoy se sabe que este tal Nyszli jamás existió, siendo un invento de los periodistas judíos franceses, entusiasmados con sumarse a la ola de escritores de horror holocáustico.