Opinión y Noticias Externas — 25 abril, 2011 at 11:25 am

Primera crónica «After Buda’s Factory»

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-¿Por dónde empiezo?. «Por lo que sientes», dirían en el Buda’s Factory.
-Pues me siento como cuando volví de Africa, que dió un giro a mi vida. «No vale desde el pasado, eso ya lo conoces», contestarían los del Buda’s a coro. «Habla desde el ahora, desde lo desconocido».
Pues desde el ahora, siento que el foco de mi percepción se ha interiorizado. Que soy más Yo. Como esas gloriosas mañanas del sábado después de una borrachera adolescente en la que sacabas facetas escondidas de tu Ser. Con ese punto como cuando vuelves de un gran viaje y ves lo conocido, diferente.
Eso debe ser vivir con esta conciencia todos los días, las 24 horas al día. Eso debe ser estar Iluminado. Ese es el camino.
Supongo que os habréis dado cuenta de que, después de los días de euforia, dejé de escribir. La razón es que el péndulo se fue al otro lado y el demonio de la desconfianza (alimentado por los propios procesos personales que he vivido en estos días) me hizo desconfiar de lo que se estaba haciendo allí y plantearme seriamente si era o no una secta. Y lo bueno es que hemos podido hablarlo. He hablado con Fulvio y Andrea y les he planteado mis dudas en el momento que han surgido, sobre todo, acerca de si la gente estaba sacando lo mejor de sí y siendo más ellos mismos o convirtiéndose en clones que imitan a los líderes.
Considero que descubrir esa «sombra» ha sido positiva para que los creadores del Buda’s Factory se vieran a sí mismos y lo que están creando, y que no pierdan nunca de vista el peligro inherente a todo trabajo espiritual; que los discípulos acaben, simplemente, imitando a los creadores. La ayuda en este sentido de Alberto Varela ha sido excelente y su aportación, la prueba de que el Buda’s Factory no es una secta, pues la retroalimentación, el replanteamiento constante de lo que se está haciendo prueba que no hay un método «Buda’s Factory» (aunque, como digo, el peligro de repetirse está ahí). Estuvimos debatiendo varios días si Buda’s Factory era una secta y, también, por supuesto, qué es una secta. Profundizaré por ahí en los próximos días.
Ha llegado el Momento de que todos aquellos que sintáis que vuestro desarrollo espiritual ha tocado techo, decidáis tiraros al vacío del Buda’s Factory.
Un día en que nos encontramos en Ediciones Mandala, Alberto Varela y yo, le hablé del Buda’s Factory. Me invitó a comer y llamamos a Fulvio, cuando todavía no sabái si le iba a invitar al Congreso del Amor. A los tres días, Alberto ya se había ido a Sevilla y en el mes que pasó hasta que yo fuera para allá, él ya había ido tres semanas.
Estamos hablando de un hombre que ha tenido 5.000 clientes de su inclasificable terapia. Estamos hablando de un líder de masas (al que conoceréis en breve con una entrevista que le haré y será la mejor que haya hecho), de un Maestro al que considero la encarnación del Mago Merlín (ya estoy preguntándome qué pasará cuando se encuentre con J.L. Parise: ¡dos egos argentinos frente a frente!). El Maestro encuentra alguien de quien pueda aprender y rápidamente deja su papel de Maestro, y se pone a ver y escuchar. Creo sinceramente que muchos facilitadores de terapias, canalizadores y maestros espirituales debéis pasar por el Buda’s Factory como el que lleva un traje a la tintorería. Para que se vea más limpio. Más puro.
Eso sí, venid dispuestos a morir. A morir de vuestras creencias, sobre todo de vosotros mismos.
El arrase emocional que este trabajo supone es como si te pasara un tsunami por encima. Tan grande, que llega un momento que sólo te queda una: soltarte y ser tú mismo. Y para ello está la fiesta, porque casi cada día acabamos bailando como en la mejor de tus épocas pero sin alcohol (a lo sumo, una cervecita o un vinito) ni ninguna clase de drogas. Eso viene después de las lágrimas, las catarsis que destrozan los muros que te aprisionan van cayendo prácticamente solas y llega un momento, que los que acabamos de llegar hacemos prácticamente el trabajo nosotros, sin necesidad de los que llevan más tiempo o los propios creadores. En eso consiste esta nueva energía. Dejar de hablar de gilipolleces escapistas y decirle a los demás con claridad donde ves el personaje que interpreta y que no deja salir a su verdadero Ser. Siento que esta Forma de Ser exhalará (está exhalando del Buda’s Factory) e impregnará España y de ahí al mundo hasta transformarlo en la Energía de la Era de Acuario que estamos esperando.
El violinista y profesor de música impasible que se atrevió a decir en público que estaba hasta los cojones de que le dijeran que tenía que respirar por la boca (y ese era su trabajo; desafiar la autoridad) acabó en la última fiesta con una lamparita de mesa en la cabeza y diciendo que se había iluminado. (Riéndose de toda la parafernalia del Buda’s Factory alrededor de la iluminación). Fantástico.
El profesor de filosofía de formación católica acabó riéndose de los propios filósofos que habían sido todos unos infelices y bailando descontroladamente.
La dueña del exitoso centro de terapias se acabó riendo de todas las plantas que había en su casa («parece un herbolario») y de su propia aura de maestra espiritual.
El inclasificable fontanero salido de una comedia de Calderón de la Barca, sobreactuado en sus propias emociones, se acabó cortando la perilla y entró en un estado zen. (Deberías hacer teatro, Modesto).
La eterna seductora que no se atreve a vivir el Amor acabó atrapada en su propia telaraña y no tuvo más remedio que «verse».
Alguien podría interpretar que caer en esa sombra es algo negativo, pero verte en aquello que más miedo te da a exponer es, en el fondo, lo mejor que te podría pasar. Entonces, cuando eso ocurre, estás preparada para vivir lo que de verdad quieres vivir.
Y así podría seguir y seguir. Cada día, un torrente de emociones. Una película con risas, llantos, sabiduría experimental…
Mañana sigo, porque hay como para escribir un libro.