General, Opinión y Noticias Externas — 24 diciembre, 2012 at 9:29 am

«Ilusión»: la palabra más jodida del diccionario

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«Ilusión»: hace años que vengo pensando en esa palabra, en esa idea tan contradictoria.

Creo que, de todas las palabras que existen en la lengua castellana, no hay otra más jodida que ésta.

Os desafío a que encontréis otra que englobe acepciones y usos tan contradictorios como ésta. Aunque creáis que la conozcáis de sobra, vamos al diccionario porque lo veremos más claro.

1-Concepto, imagen o representación sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por el engaño de los sentidos.

2-Esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo. (Según cuenta esta web, esta acepción se extendió a partir del siglo XIX y la original es la primera).

¡Toma ya! Una ilusión es un espejismo pero al mismo tiempo es una esperanza. ¿Podríamos decir que la esperanza es un espejismo o que, dentro del espejismo… hay una esperanza? ¡Qué locura!

Pero es que «ilusionar» es sinónimo de «engañar o seducir» y también de «anhelar» o de «tener esperanza en algo»!: ¡madre de Dios! ¡Vaya contradicción!

Viene esto a cuenta por el 21 de diciembre y mi «ilusión» de que en ese día podría desencadenarse un cambio radical en nuestra manera de vivir. Evidentemente, he generado una «ilusión» que se ha demostrado falsa y, al mismo tiempo, una esperanza, en la creencia (New Age) de que con nuestra intención podríamos impulsar ese cambio.

Sin quitarme culpa de encima, vivimos en un mundo lleno de ilusiones. Cada día, el sorteo de la ONCE en España se autocalifica de «la ilusión de todos los días» y el sorteo de la Lotería no se recata en utilizar la palabra «ilusión» constantemente. Están promocionando un engaño colectivo bajo el patrocionio de la Ley, ni más ni menos.

El Sistema está basado en ilusiones, en esperanzas incumplidas, comenzando con esa ilusión de cambio que ocurre cada 4 años y que llaman «elecciones». Por no hablar de la liga de fútbol, los óscar, los coches, los bienes materiales o Walt Disney («un mundo de ilusión»)…. O las «estrellas» de la música, el deporte, el cine, la literatura o la televisión ¿Acaso no son todos ellos, ilusiones? ¿O no nos ilusionamos pensando que son mejores que nosotros porque hayan «triunfado»?

Hace ya un tiempo, una chica que llegó a ilusionarme me dijo:  «todo es una ilusión, Rafa: todo lo que vemos es una ilusión, nada es Real». Enfangado como estaba en el enganche emocional, tuve que reconocer que, hasta cierto punto, era cierto, y, de alguna manera, así me dio la clave para desengancharme de ella: fue una ilusión.

Pero, al mismo tiempo, si no le hubiera puesto «ilusión» a mi trabajo durante estos trece años, no hubiera podido despertar a tanta gente cuando en 1999 estaba solo. Sin ilusión, no hubiera podido generar un proyecto tan desmesurado como El Jaque Mate y editar 175.000 ejemplares, tras recolectar 10.500 euros. Sin ilusión, no hubiera podido hacer comprensible para el gran público cosas tan marcianas como MK Ultra, autoatentados producidos por los gobiernos, la existencia de Extratraterrestres o de una Conspiración para homosexualizarnos.

De hecho, cuando te «desilusionas» de la vida, te quedas incapacitado para seguir generando ideas, proyectos… ¡incluso para enamorarte! ¡O es que no tiene el proceso de enamoramiento una parte «ilusionante»! (¿Es un autoengaño o una esperanza que te transforma? ¿No es el Amor una «ilusión compartida»?; ¿una esperanza compartida o un autoengaño? ¡Verdad que es jodida la palabreja?).

La controversia en torno a la palabra «ilusión» creo que es el meollo de lo que estamos viviendo ahora mismo: ¿qué es real y qué no? 

Siento que está en la intención el meollo del jeroglífico en torno a esta palabra que alberga la dualidad en toda su profundidad: si tienes intención de aprovecharte de alguien o si albergas una esperanza sincera.

Votad en la encuesta que he preparado para hoy sobre la «ilusión».
Después de lo que os he contado, volver a escuchar este clásico de Los Panchos, seguro que os hará soltar unas carcajadas…

PD: Curiosamente, en medio de la sensación de fracaso, mis sueños victoriosos. Por eso, obviamente, lo que me apetece es… ¡dormir!