General, Opinión y Noticias Externas — 2 abril, 2014 at 9:01 am

Psicoanálisis a Freud… y al psicoanálisis: El Malestar como arma cultural

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freudmason
Aunque se decía ateo, Freud no renegó del judaísmo pues era miembro de la logia masónica judía B’Nai B’rith

Rebuscando por la Red alguna mención de Freud al judaísmo, me encontré con un rabino que afirmaba que el psicoanálisis fue la continuación del Talmud: que la práctica de la interpretación de los sueños formaba parte del linaje del judaísmo (como ya os conté al hablar de José, «psicoanalista» del Faraón).

No puedo estar más de acuerdo: es imposible entender los fundamentos del psicoanálisis sin reconocer que Freud inventó esta herramienta porque quería liberarse del ancestral trauma judío. La prueba está en que los dos únicos ensayos sobre otros temas que no versaran sobre psicoanálisis publicados por Freud giran en torno a… Moisés: ¡del que llega a decir que era en realidad un Faraón!

El problema de Freud es que no se daba cuenta de su propio trauma, porque no podía. No era capaz.

En la página 68 de El Malestar en la cultura, deja claro que, pese a considerarse ateo, sigue traumatizado con Yahvé. «El pueblo de Israel se consideraba hijo predilecto del Señor, y cuando este gran Padre le hizo sufrir desgracia tras desgracia, de ningún modo llegó a dudar de esa relación privilegiada con dios ni de su poderío y justicia, sino que creó los Profetas, que debían reprocharle su pecaminosidad, e hizo surgir de su sentimiento de culpabilidad los serenísimos preceptos de la religión sacerdotal«.

El estigma del trauma judío con el dios que no les ama sino que les chantajea planea por toda la obra de Freud, aunque se disfraza con el concepto del «Superyo»: señal de que al señor Sigmund le producía pánico decirlo claramente. «Por consiguiente: conocemos dos orígenes del sentimiento de culpabilidad: uno es el miedo a la autoridad; el segundo, más reciente, es el temor al super-yo. El primero obliga a renunciar a la satisfacción de los instintos, el segundo impulsa, además, al castigo, dado que no es posible ocultar ante el súper-yo la persistencia de los deseos prohibidos». uperyo es Dios para los que se dicen ‘ateos’). Más adelante lo dice más claramente: «El superyo tortura al pecaminoso yo» (se refiere a Dios o la conciencia del Bien y del Mal).

Una vez iniciado el último tramo del camino para conquistar el Planeta entero, las neurosis de los judíos comenzaron a explosionar en el centro de Europa (consecuencia de cómo estaban llevando a la Humanidad a la destrucción)… y así nació el psicoanálisis: los primeros pacientes de Freud eran todos judíos de Viena y los alrededores. De alguna manera, el psicoanálisis fue originado por la mala conciencia de los judíos sobre lo que estaban haciendo: algo estaba mal en su cabeza y no sabían el qué. Freud comenzó una intensa búsqueda del origen de su neurosis pero que no podía llegar a ningún lado porque el origen de esa neurosis era su propia condición de judío, es decir, su psicótica relación con su dios extorsionador, Yahvé.

Como todos los judíos ateos (y los ex cristianos), tras negar a Dios, tiene que encontrar a otro culpable de su infelicidad y en este caso, le echa la culpa a la «conciencia moral», que él sitúa en el Superyó, pero que viene a ser lo mismo que la culpa por haber obrado mal.

«En tal caso, el efecto de la renuncia instintual sobre la conciencia moral se fundaría en que cada parte de agresión cuyo cumplimiento renunciamos es incorporada por el superyo, acrecentando su agresividad (contra el Yo)».

Psicoanálisis al psicoanálisis
Por todo ello ha llegado el momento de hacer un psicoanálisis al psicoanálisis: es decir, a Freud.

En estos días en los que he estado leyendo la estupenda obra freudiana «El Malestar en la cultura» todo ha quedado palmariamente claro. No hay más que colocar la sencilla clave del «trauma con Yahvé» como fórmula maestra para descodificar a Sigmund Freud y su herramienta, el psicoanálisis que, ¡ojo!, tiene muchísimos aciertos a la hora de descodificar la conciencia humana. ¡No se puede tirar por tierra el psicoanálisis por entero… sino sólo sus fundamentos originales! [Otro día trataré sus grandes aciertos: explicar cómo funciona la represión en relación al inconsciente y cómo se crean las neurosis].

Intentando encontrar el origen de la sed de violencia y de mal del Ser Humano, Freud carga contra la represión de la culpa cristiana e, incluso, contra el dogma «Amarás al prójimo como a ti mismo»; como no puede renunciar a los privilegios que posee por el hecho de ser judío, intenta ver el «Mal» -aunque evidentemente, no cree en él, como su «hija», la New Age- en el deseo de hacer el bien originado en Cristo, dándole como origen del mal, a través de la represión. ¡Manda cojones! ¡O sea, que el origen del Mal está en hacer el Bien! ¡Le dieron la vuelta a la tortilla!

«El superyo cultural, a entera semejanza del individual, establece rígidos ideales cuya violación es castigada con la angustia de conciencia… Quizás, el más reciente precepto del superyó cultural sea «amarás al prójimo como a ti mismo» Este mandamiento es el rechazo más intenso de la agresividad humana y constituye un excelente ejemplo de la actitud antipsicológica que adopta el superyó cultural. Ese mandamiento es irrealizable, tamaña inflación de amor no puede menos que menoscabar su valor, pero de ningún modo conseguirá remediar el mal. Quien en el actual estado de cultura se ajuste a semejante regla, no hará sino colocarse en situación desventajosa frente a todos aquellos que la violen. (…) De nada nos sirve aquí la pretendida ética ‘natural’, fuera de que nos ofrece la satisfacción narcisista de poder consdierarnos mejores que los demás. La ética basada en la religión nos promete un más allá mejor, pero predicará en el desierto mientras la virtud no rinda sus frutos ya en esta tierra«. [Con esta última frase sí que estoy de acuerdo, que conste: no puedes conseguir que la gente crea en Dios si siendo bueno, te va mal en la vida].

Páginas atrás, Freud había defendido el egoísmo y la búsqueda del placer individual como legítimo (a costa de lo que sea) para después, echar la culpa de ese mal generado a la represión del mal generado debido a la mala conciencia. O sea, que los remordimientos de conciencia por haber obrado mal, son la génesis del Mal. ¡Otra vez! ¡El mundo al revés!

Lee este párrafo de «El malestar en la cultura» si lo quieres ver más claro. Freud cree que el ser humano es malo por naturaleza. «La sociedad civilizada, que exige el bien obrar, sin preocuparse del fundamento instintivo del mismo, ha ganado, pues, la obediencia o la civilización a un gran número de hombres que no siguen en ello a su naturaleza. Animada por este gran éxito, se ha dejado inducir a intensificar en grado máximo las exigencias morales, obligando así a sus participantes a distanciarse aún más de su disposición instintiva. Estos hombres ven impuesta una yugulación continuada de los instintos, cuya tensión se manifiesta en singularísimos fenómenos de reacción y compensación.
Aquellas almas piadosas que quisieran sabernos apartados de todo contacto con lo malo y lo grosero deducirán, seguramente, de la temprana aparición y la energía de la prohibición de matar, conclusiones satisfactorias sobre la fuerza de los impulsos éticos innatos en nosotros. Desgraciadamente esto prueba lo contrario: una prohibición tan terminante solo contra un impulso igualmente poderoso puede alzarse. Lo que ningún alma humana desea, no hace falta prohibirlo«.

A poco que te fijes, te darás cuenta de que lo que Freud llama «Eros» vale tanto para el sexo como para el Amor porque, en realidad, como queda palmariamente claro en sus páginas, Freud no los diferencia porque no cree en el Amor. La razón está en que si su dios no le ama, él tampoco puede amar. Esa es la tragedia del pueblo judío. Y aquí viene la clave.
Para Freud, no existen los seres humanos sino «objetos» capaces de dar placer: «hablamos entonces de la ‘atracción’ ejercida por el objeto productor del placer y decimos que lo «amamos». Podéis ver en esta contundente afirmación, la génesis de la utilización de la mujer como reclamo sexual en el arte de la publicidad inventada por su sobrino Edward Barneys, pero también el origen de su antítesis, el feminismo, que claramente es un hijo de Freud, mezclado con el marxismo. La mayoría de las primeras feministas estaban influidas por el psicoanálisis, comenzando por Anna O/Bertha Pappenheim, la primera psicoanalizada por Freud (aquejada de histeria) y al tiempo primera líder feminista, por lo que podemos extrapolar claramente que Freud fue el verdadero fundador del movimiento feminista y, por otro lado, que las feministas son incapaces de amar, y sólo pueden obtener «placer». La obsesión por el orgasmo creado por las revistas femeninas es otro claro derivado del pensamiento freudiano que, como véis, maneja la tesis (la mujer como objeto sexual) y su antítesis (el feminismo que busca el placer y no cree en el Amor). Es evidente, también, que la confusión de la New Age entre el Amor y el placer material (con el tantra como punto fundamental: teatralización del Amor) procede de Freud. Es la propia esencia de su pensamiento lo que hace que tiren en dos caminos contradictorios: la búsqueda del placer a toda costa (aprovechándose de los demás) y la búsqueda infructuosa de la pareja que funcione (que no el Amor). Una contradicción irresoluble porque el problema, como vemos, está en el planteamiento de partida. Las Femen, feminismo freudiano, contra Jesucristo por orden de la sinagogaPodéis ver claramente las huellas del psicoanálisis dentro del movimiento feminista en las FEMEN (combate a base de pechos) o en los «coños alborotados» (Pussy Riots) actuando blasfemamente contra las iglesias (reacción contra Dios, que no contra Yahvé: jamás actuarán las FEMEN contra la sinagoga o Banco Central, la verdadera razón del Mal).

Pussy Riots jamás ha actuado contra la religión judía: ¿por qué será?Otro ejemplo, también de Ucrania, es esta iniciativa de los sionistas (freudianos) para que las chicas ucranianas no follen con rusos como medida de presión contra Putin. Un castigo típicamente freudiano. ¡Jajaja!

La génesis de la Ingeniería Social

En este importantísimo libro, Freud ya aventura que el psicoanálisis podría llegar a convertirse en un arma cultural: «la investigación analítica de estas neurosis bien podría conducir a planes terapéuticos de gran interés práctico, y en modo alguno me atrevería a sostener que semejante tentativa de transferir el psicoanálisis a la comunidad cultural sea insensata o esté condenada a la esterilidad«. Freud estaba delineando el comienzo de la Ingeniería Social: es decir, provocar el Malestar en la Cultura, por medio de la TV basura (totalmente freudiana: hombres y mujeres objeto, perversión sexual, la degradación abiertamente), en el cine, o la política, como los mencionados casos de Ingenierías Sociales feministas. Su sobrino Edward Barneys sería el encargado de llevarlo a la práctica; aunque han aparecido las pruebas de que él puso en marcha la Publicidad y la Propaganda/Relaciones Públicas, falta por conocer su influencia sobre la TV y el cine de Hollywood: estoy completamente seguro que algún día aparecerá esta información y se confirmará que la «cultura-basura» que todavía nos aqueja es obra intelectual de Sigmund Freud. Quien quiera conocer más sobre la influencia del psicoanálisis en el cine de Hollywood, que compre el libro «La Historia Secreta de Hollywood» (disponible en periodico@rafapal.com).

Si todavía tenéis alguna duda de que el psicoanálisis no cree en el Amor, leed este párrafo de «El Malestar en la cultura» (página 150, de la edición de Alianza Editorial): «Así pues, la palabra ‘amar’ se inscribe cada vez más en la esfera de la pura relación de placer del yo con el objeto y se fija, por último, a los objetos estrictamente sexuales y a aquellos otros que satisfacen las necesidades de los instintos sexuales sublimados«. Por lo tanto, la tendencia del sadomasoquismo y la sumisión hoy en boga (ver la saga de «Anatomía de Grey») es una derivación, TAMBIÉN, de la locura freudiana: ¡se ‘enamoran’ del dolor! ¡Y al mismo tiempo, el feminismo se queja de la violencia masculina dentro de la pareja! ¡Cuando su propia ideología la promociona! ¡Flagrante contradicción nuevamente!
Dado que el «dios» de su cultura judía es Lucifer, no habrá de extrañar que Freud afirme que el odio es anterior al Amor. «El odio es, como relación con el objeto, más antiguo que el amor. Nace de la repulsa primitiva del mundo exterior emisor de estímulos por parte del yo narcisista«. Y acto seguido, hace una afirmación que interesará mucho a los adictos al movimiento gay: «Cuando los instintos del yo dominan la función sexual, como sucede en la fase de organización sadicoanal, prestan al fin del instinto los caracteres del odio«. Es decir, que la sodomía es una expresión del odio. Nada menos. ¡Y el movimiento gay es otro «hijo» de Freud… vía la sexología, una rama del psicoanálisis! Luego el movimiento gay está defendiendo, nada más y nada menos, que el odio. ¡Qué paradoja!
Fijaos lo que dice el amigo Freud cuando habla del término de una relación (pág 153) y que siempre, siempre, siempre habla de «objetos», no de personas: «Cuando la relación amorosa con un objeto determinado queda rota, no es extraño ver surgir el odio en su lugar, circunstancia que nos da la impresión de una transformación del odio en amor. Más allá de esta descripción nos lleva a la teoría de que en tal caso el odio realmente motivado es reforzado por la regresión del amor a la fase preliminar sádica, de manera que el odio recibe un carácter erótico, produciéndose la continuidad de una relación amorosa«. ¡Toma ya! ¡Viene a decir que, después de un desengaño amoroso, el odio se convierte en el verdadero motor de la relación amorosa! ¡Y que en el origen, ya estaba el odio, que era el Origen!

El famosísimo e instintivo deseo freudiano de «matar al Padre», evidentemente, es el deseo de matar a Yahvé, su torturador, y es evidente que ese es el origen fundamental del odio feminista al varón como causante del Mal de la Historia, conocido como «patriarcado». ¡En realidad, atribuyen a Dios los delitos cometidos por Lucifer, el gran impostor! En las siguientes frases Freud deja entrever que toda esa obsesión procede de la Biblia, donde, como vimos en la serie «Dinero y dios«, el asesinato del Rey por parte del príncipe que quería obtener el poder fue habitual: «No podemos eludir la suposición de que el sentimiento de culpabilidad de la especie humana procede del complejo de edipo y fue adquirido al ser asesinado el padre por la coalición de los hermanos«.
La obsesión por la sexualidad infantil tiene que ver, evidentemente, con el abuso sexual institucionalizado (y permitido por el Talmud) de los niños judíos, lo mismo que con el incesto; hay varias biografías de Freud que dan a entender que mantenía una relación incestuosa con su hija Anna.

Al lado de descubrimientos intuitivos ciertamente trascendentales (como el inconsciente y el supraconsciente), el genio judío quiere ver que la Humanidad es exactamente como el pueblo judío, pero no acierta a ver que si la Humanidad ha acabado actuando como el pueblo judío es, precisamente, porque esa cultura ha impuesto su Ley, su Amoralidad, al resto de la Humanidad.

Que estamos gobernados por la amoralidad judía a través de su TV, su cine de Hollywood y su prensa, de su cultura, vaya.

Por eso me ha resultado tan curioso leer este ensayo de 1932 titulado «El malestar en la cultura» porque, en realidad, ¡es totalmente premonitorio de la cultura que iban a generar en el siglo XX! En realidad, ¡es el mapa para las películas de Hollywood! Mirad estas frases y comparadlas con la temática del cine y de la televisión (los realitys, por ejemplo).

«Si la cultura es la vía ineludible que lleva de la familia a la humanidad, entonces, a consecuencia del innato conflicto de ambivalencia, a causa de la eterna querella entra la tendencia de amor y la de muerte, la cultura está ligada indisolublemente con una exaltación del sentimiento de culpabilidad, que quizá llegue a alcanzar un grado difícilmente soportable para el individuo«.

Freud considera la agresividad como innata en el ser humano y dicta que es la cultura la que debe reprimirla (mirad la películas). La «mala conciencia» es sólo miedo a la perdida de conexión con el grupo, no porque sea genuina.

Ya conocemos el poder que tuvo su sobrino Eduard Bernays asesorando a todo tipo de empresas y gobiernos: es evidente que las obsesiones sexuales de Freud (y judías), relacionadas con las propias violaciones sufridas (parece que Papá Freud mantenía relaciones sexuales con su hija Anna) y sus propios desequilibrios, acabaron inundando nuestras mentes a través del cine y esta cultura de los traumatizados por Yahvé.

La búsqueda freudiana del origen de la agresividad y del instinto de matar tiene que ver, en realidad, con el mandato de la sinagoga de matar a todo «goyim» sin contemplaciones (siempre que el rabino lo diga); su búsqueda del origen de la guerra en realidad es una búsqueda -infructuosa- del dios que les ordena generarla… Y así podríamos seguir… La obra de Freud es la última búsqueda de conocer el origen de su Mal, cuando ya la cabeza se les había vuelto del revés (porque al no saber cuál es el bien y el mal, claro; «petan») pero al mismo tiempo no pueden llegar a ningún lado porque es en el propio origen de su búsqueda donde están equivocados.

¡Por eso el psicoanálisis no tiene fin, claro!

«Cree el ladrón que todos son de su condición».

Así se podría resumir la obra de Freud.

De cualquier modo, muy recomendable su lectura.

PD: Como detalle gracioso, ved la interpretación freudiana de la conquista del fuego: señal de que Freud era un obseso del pene.

«Creo que mi hipótesis de que la condición previa para la conquista del fuego habría sido la renuncia al placer de extinguirlo con el chorro de la orina, placer de intenso tono homosexual» (lo dice en la página 89).