Opinión y Noticias Externas — 15 octubre, 2014 at 8:22 am

La necesidad ontológica de Dios

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[Probablemente éste sea el artículo más metafísico que haya escrito pero no te preocupes si a la primera no lo entiendes: supera tus complejos y te darás cuenta de que es mucho más sencillo de lo que parece].
Hace ya años que probé la existencia de Dios desde un punto de vista cósmico por la imposibilidad de que el inenarrable mecanismo que gobierna el Cosmos pueda haber sido creado y dirigido sin una inteligencia «detrás» (busca el documental «el Universo eléctrico»). No soy el único que se ha dado cuenta: Alish hizo una muy buena entrevista a Rafa López Guerrero hace años sobre el tema.
La mera pretensión de que el perfecto mecanismo con que opera (y se mantiene) el Cosmos haya surgido sin una inteligencia creadora es, simplemente, absurda. Nos obligaría a pensar que nuestras carreteras, sistemas de electricidad y redes internáuticas han podido surgir «de la nada» sin una inteligencia creadora detrás.
Hoy os quiero hablar de la necesidad de Dios en nuestra vida diaria, por una sencilla razón de entendimiento humano.
Veréis: cuando la falsa ciencia relativista (Einstein mismo reconoció que sin Dios no se podía explicar la creación) eliminó a Dios como motor esencial de la existencia, se acabó con el faro que alumbra la noción misma del Bien y del Mal, de manera que la sociedad humana occidental acabó en la putrefacción moral que vivimos actualmente, que a estas alturas no hace falta que os describa. La Justicia mundial se debate en la inacción contra los corruptos por la sencilla razón, a fin de cuentas, de que la población no cree en la realidad objetiva ¡ni en la capacidad misma de juzgar! (Véase El Curso de Milagros, ayer mismo).
Si no hay Dios, no hay Bien, y si no hay Bien, no hay Verdad, y el mentiroso y el manipulador pueden así hacerse pasar por el «bueno» y… dirigir un país. Véase el fenómeno Obama y todas las marionetas sin un átomo de creatividad, dignidad ni honestidad que aparecen como «presidentes» de los diferentes países. Sin Dios no hay manera de medir la bondad y la valía de una persona ¡por la sencilla razón de que no se cree en el Bien mismamente! ¡Cómo vas a pedir que los políticos sean auténticos si no crees en la Verdad?
Esto es a nivel político, pero a nivel personal las consecuencias son todavía peores.
Si no hay un «espacio objetivo» que conecte a todos los seres y, como defiende una gran parte de la New Age, «todo es una creación de mi mente» (solipsismo), «nada hay más que mis deseos», entonces no hay otra realidad más que mi puro egoísmo. (Eso sí, al tiempo, y para defenderse, esas mismas personas dicen «no tener ego»). Si no hay espacio objetivo, no hay verdad objetiva y sin realidad objetiva es imposible entendernos, y mucho menos ponernos de acuerdo.
Esa creencia conduce, ni más ni menos, (por más que los gurus disfracen sus charlas mentando la palabra «amor» cada dos por tres) a la destrucción del Amor, por la sencilla razón de que el Amor es esa realidad que conecta a todos los seres: la empatía, sentir al otro, compartir su padecimiento. No sé si te lo habías planteado pero una unión entre hombre y mujer sin Dios de por medio carece de un espacio objetivo (digamos que «neutral») donde resolver las inevitables diferencias que surgen en toda convivencia o relación. Si no hay «espacio objetivo» no puede existir el Amor.
Así pues, si eliminas a Dios, eliminas la empatía, el Amor, eliminas el elemento que posibilita la conexión, el entendimiento humano, la convivencia.
¿En qué te conviertes?
En un vampiro.
Ni más ni menos. Acabas viendo a los otros como «oportunidades de negocio» y de «generación de energía para ti», frente a la noción de Dios de que todos somos una energía compartida.
En otras palabras: el relativismo moral (y las personas que dicen ser ellas mismas «dios» y que no hay nadie por encima de ellas) serían el equivalente a la energía fósil del petróleo y el gas; mientras que Dios es la Energía Libre, inagotable, compartida, y gratis.
Renunciar a Dios es, por tanto, renunciar a la Energía Libre y optar por la esclavitud y el vampirismo.

PD: Aunque te resulte paradójico, Dios es lo único que nos puede unir por encima de las religiones.

PD 2: Medita en esta frase: «lo relativo emana SIEMPRE de lo Absoluto».