Arte — 4 abril, 2015 at 8:33 pm

Don Quijote, el primer conspiranoico de la Historia: no estaba loco, era víctima de un encantamiento (programa MK Ultra)

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Fue el otro día, paseando por Alcoy con mi recién estrenado cinturón con motivos quijotescos (bastante freak, todo hay que decirlo).
Debió ser el hecho de tener a Don Quijote rodeando mi cintura como el herpes zóster, lo que hizo que, de repente, lo comprendiera: ¡Don Quijote era un conspiranoico!
Me fui al resumen de la Wikipedia y, con esa idea en mente, miré a ver si las piezas encajaban. Veamos.
Alonso Quijano es el prototipo para los posteriores superhéroes del cómic puesto que tiene una doble personalidad: un hidalgo o caballero (nobleza sin recursos económicos) venido a menos, lector empedernido de libros de caballerías (precedente de los cómics de superhéroes, nuevamente) que un día se «ilumina» y cree haber identificado el Mal, decidiendo salir a los caminos para combatirlo. Lo identifica con los Gigantes, a los que asocia con los molinos de viento.
Hasta ahora se había considerado que Don Quijote era víctima de una enfermedad mental (de hecho, es el primer loco héroe) pero yo considero que en realidad se estaba revelando contra los poseedores de esos molinos, contra la propiedad de la energía.
Cuando viví con los indios mayas de Guatemala, me di cuenta de que el molino era fundamental para su economía, pues de ahí se hacía la base de su alimentación (las tortillas de maíz): en aquel caso el molino era de propiedad comunitaria. ¿Qué hay si los molinos fueran de propiedad privada y estaba ocurriendo lo mismo que actualmente con la energía?
Hay que situarse en el contexto en el que El Quijote fue escrito y la época en la que se sitúa la acción: la Edad Media ha terminado y comienza la modernidad de los siglos del Renacimiento. Se considera que el siglo XV es una época de transición entre ambas épocas y el XVI, siglo en el que se sitúa la acción, es claramente renacentista. La novela se publica por primera vez en 1605 y la segunda parte en 1615, habiendo tenido que pasar una censura, y tuvo que pagar unos altos impuestos ¡por publicarse!
Es decir; hay que tener en cuenta que en aquella época no se podían contar abiertamente muchas cosas, por lo que no sería extraño que Cervantes hubiera utilizado la sátira y el esperpento (como siglos después Berlanga con «Bienvenido Mr Marshall») para hacer una crítica a la sociedad de su época.
Lo que está a salvo de toda discusión es que Don Quijote es un defensor de los valores ancestrales frente al corrupto mundo moderno en el que España se está introduciendo y que el propio Cervantes había comprobado in situ, pues como se sabe, participó en la Batalla de Lepanto (1571) en la que la armada cristiana fue derrotada por los turcos musulmanes.
Don Quijote y Sancho Panza serán el prototipo de los cómics españoles del siglo XX (Mortadelo y Filemón, Pepe Gotera y Otilio, etc) pues queriendo ayudar a los demás, acaba casi siempre siendo apaleado y burlado.
Su mente fantasiosa e idealista se plantea una mujer ideal en la persona de Dulcinea del Toboso (clara influencia para la creación del fenómeno «Sara Montiel» pues Montiel era el lugar de esta damisela); un amor mediante el cual engañan a Don Quijote continuamente, pues le hacen confundir a su amada a menudo con prostitutas: las «mataharis» de la época.
El mensaje es claro: las mujeres son unas tramposas y no te puedes fiar de ellas.
Algo debía haber leído Don Quijote pues los malos de la película (el cura y el barbero) queman los libros de su biblioteca, haciéndole creer que han sido unos «encantadores» (unos brujos), un recurso como chivo expiatorio de sus males que utilizarán continuamente.
Siempre son encantadores quienes le hacen ver lo que no es, quienes sabotean sus expediciones para acabar con el mal o le hacen confundir a su amada con prostitutas.
¿De qué están hablando?
Claramente de un «protoprograma» MK Ultra. Magos negros.
Alonso Quijano sabe demasiado porque ha leído algo y hay que hacerle pasar por loco. Y quienes se ocupan de ello son el cura (¿hay que explicar algo?) y el barbero. ¿Por qué el barbero? Porque es el que tiene su navaja sobre el cuello. El asesino, el terrorista pagado: Al Qaeda, ISIS, ETA.
Se ve claramente la conspiración para enajenar a Don Quijote cuando se analiza la figura del «Bachiller Sansón Carrasco» un auténtico agente de inteligencia que se disfraza como El Caballero de los Espejos para ganarse la confianza del superhéroe y tratar así de derrotarle por la vía de la desmoralización.
Don Quijote tiene sueños lúcidos en los que ve cómo su amada Dulcinea está siendo víctima de un encantamiento; algo que podemos identificar claramente con la conspiración feminista de la guerra de sexos, para que las mujeres rechacen a sus amados.
Don Quijote trata de ayudar a presos, bandidos y parejas que se pelean y no pueden casarse por culpa de las conspiraciones y la mayor parte de ellos se acaban volviendo en contra de su salvador. Cosas que hoy día se pueden explicar muy bien a partir de la manipulación mediática que sufren las masas y acaban votando a aquellos que les roban. Sin duda que Don Quijote sufría de los mismos males e impotencia que los conspiranoicos actuales: ¡quiere despertar a las masas pero se ponen en su contra!
¿Cuál sería la última treta que podrían idear los malos para inutilizarle?
Claramente, poner a su único aliado, Sancho Panza, en su contra.
Los precedentes de los debunkers actuales con unos condes en cuyo castillo acaban recalando, quienes se burlan de ambos con ejercicios de simulación y acaban «robándole a Sancho» a Don Quijote por la vía política: ofrecen al escudero el puesto de gobernador de la ínsula de Barataia.
Esta segunda parte tiene detalles que merecen un estudio pormenorizado, pues la realidad y la ficción se entremezclan de la misma manera que el cine de Hollywood siglos más tarde.
Los personajes principales han leído la primera parte y son conscientes de su éxito popular, el escritor (Cervantes) aparece como un personaje más de la novela y cuando se encaminan a Zaragoza, se enteran de que en la primera parte de la novela se les califica de «locos», lo que hace que cambien de rumbo y vayan a Barcelona, acabando en la playa de la Barceloneta, donde viven la batalla contra los turcos (recreación de la de Lepanto) y acaban siendo vencidos por el caballero de la Blanca Luna (alusión al poder del islam). El caballero de la Blanca Luna es, cómo no, el agente bachiller Sansón Carrasco; con lo que está reconociendo que las fuerzas del islam, al igual que el ISIS, Al Qaeda y el Estado Islámico son un ejército de bandera falsa. Una manipulación, vaya.
El Quijote es derrotado y acaba recluido en su casa, renegando de sus visiones de grandeza. Todo había sido una ilusión de su mente, parecen querer decir. La Conspiración era mentira.
En realidad, esta novela es el claro precedente de todas las road movies, como Bonnie & Clyde, Easy Ryder o Telma y Louise.
Me falta hacer una pequeña alusión al bálsamo de Fierabrás, un ungüento que sana a Don Quijote en una venta. ¿Qué era este bálsamo?
Pues al parecer, Fierabrás era un legendario guerrero gigante musulmán, emir de Alejandría y sultán de Babilonia, que extrañamente se convirtió en personaje de los poemas épicos franceses y que, curiosamente, se convirtió al cristianismo, haciéndose con los restos del aceite con el que fue embalsamado Jesucristo en un saqueo de Roma, que tenía el poder de curar heridas a aquel que lo bebía.
La fórmula de ese bálsamo era: aceite, vino, sal y romero hervido, unido a 80 padrenuestros, 80 avemarías, 80 salves y 80 credos.