Hombre y Mujer, Media — 28 abril, 2015 at 5:26 pm

La Comisión de Igualdad de Donosti rechaza a los hombres: el esperpento de Barrio Sésamo alcanza el paroxismo

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Lo digo en serio: toda esta locura en torno a «los iguales que quieren ser diferentes y los diferentes que quieren ser iguales» la han inventado los guionistas de Barrio Sésamo, en concreto, los de Epi y Blas y Coco, donde, si os acordáis, los sketches giraban en torno a una idea simple que daba vueltas y vueltas hasta que, tras marearte y angustiarte, acababa deformada. ¿Os acordáis la angustia de Coco buscando la «acera de enfrente» y, cuando llegaba a ella, le decían que estaba al otro lado, es decir, enfrente? ¡Una y otra vez! ¡Qué locura! ¡Pues esto mismo pasa con la igualdad! ¡Igualdad, igualdad, igualdad… y cuando llegamos a ella, «nosotras solas»! ¡Porque la igualdad es, como la acera de enfrente: Relativa! ¡Nadie es exactamente igual a nadie, al igual que no se puede decir que la «acera de enfrente sea ésa»: depende de dónde te sitúes!
Cuando se lleva al extremo algo que es bueno según la situación (la igualdad), se acaba en una contradicción como la que ha ocurrido en el ayuntamiento de mi ciudad, San Sebastián, cuando los grupos políticos han determinado que debe haber hombres en la comisión de igualdad (¿Algo más lógico que eso: si somos iguales?) y las feministas han dicho que «nanay»; que la comisión de igualdad es sólo para mujeres.
Como os decía líneas más arriba, creo firmemente que esta paranoia en torno a la dualidad iguales-diferentes (todos queremos ser iguales pero al mismo tiempo diferentes) y otras muchas locuras actuales en torno al lenguaje y los valores relativos de las palabras convertidas en absolutas es un absurdo que no podría haberse triunfado sin la programación extendida desde los años 70 por la serie infantil Barrio Sésamo (en Latinoamérica, «Plaza Sésamo») que ha deformado desde la infancia la capacidad de muchas personas para discriminar el verdadero sentido de los conceptos. En definitiva, que tenemos una generación de dirigentes traumatizada por Barrio Sésamo, como estas paisanas mías de la comisión de igualdad.
La misma repetición del absurdo que soportaban los muñecos de Barrio Sésamo y los estresaba hasta que acababan claudicando es la que ha padecido la ciudadanía con cada una de las paranoias que nos han inoculado; particularmente el feminismo y el movimiento gay, que tienen en común la dicotomía entre «iguales-diferentes» hasta quedar totalmente deformada, de manera que mucha gente perdió por completo el norte; donde estaba el Bien. Exactamente igual que les pasaba a Epi y Blas y Coco en muchos sketches.
Os pongo un par de ejemplos.
Fijaos en que, en el primer vídeo, Coco está angustiado por una tontería como explicar la diferencia entre arriba-abajo, cerca-lejos, que son todas, características relativas; es decir, que dependen del punto de vista del espectador. ¿Por qué está Coco angustiado? ¿A cuento de qué ese tono de voz tan estresado? ¡Le hacen repetir una y otra vez el mismo programa MK Ultra!
Más abajo, otro ejemplo de Epi y Blas, en este caso de cómo Epi manipula a Blas para llevarle en la dirección deseada.
PD: Lo he estado reflexionando y lo veo claro: el objetivo de Barrio Sésamo fue aleccionar en que «todo es relativo» y, al mismo tiempo, hacer confundir los valores relativos con los absolutos.