Historia oculta — 20 julio, 2015 at 9:34 am

Ensayo sobre la Escuela de Frankfurt y la corrección política: así se formó la dictadura de la fealdad actual

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Hacía mucho pero que mucho tiempo que no leía un ensayo obtenido por Internet que mereciera imprimirlo (¿os dais cuenta de lo que estoy diciendo?) pero este sobre la escuela de Frankfurt y su influencia sobre la sociología y la política del siglo XX (y por extensión, del XXI), va a hacer que tome esa determinación.
El calibre de lo que se cuenta en este artículo explica toda el pensamiento de izquierda de la segunda mitad del siglo XX, la new age y el movimiento hippie, con personajes como Adorno, Marcuse, Benjamin y la correción política como punto final.
Algunos ejemplos.
-Sobre la dictadura de la fealdad.
El cambio cultural lejos de las ideas del Renacimiento que construyeron el mundo moderno, se debió a una especie de masonería de la fealdad. Al principio, esto era una conspiración política formal para popularizar teorías que fueron expresamente diseñadas para debilitar el alma de la civilización judeo-cristiana, de manera de hacer creer a la gente que la creatividad no era posible, que la adhesión a la verdad universal era un síntoma de autoritarismo, y que la Razón misma era sospechosa. Esta conspiración fue decisiva en la planificación y desarrollo, como medios de manipulación social, de las enormes nuevas industrias hermanas de la radio, la televisión, el cine, la música grabada, la publicidad y las encuestas de opinión pública. El omnipresente influjo psicológico de los medios de comunicación fue deliberadamente fomentado para crear la pasividad y el pesimismo que afligen hoy a nuestras poblaciones.
-La Escuela de Frankfurt y la TV y la radio.
Quizás el más importante, aunque el menos conocido, de los éxitos de la Escuela de Frankfurt fue la transformación de los medios electrónicos de la radio y la televisión en los poderosos instrumentos de control social que ellos representan hoy. Esto fue posible a partir del trabajo hecho originalmente por dos hombres que llegaron al Instituto a fines de los años ’20: Theodor Adorno y Walter Benjamin. (…)
Así, para la Escuela de Frankfurt, el objetivo de una élite cultural en la Era moderna y «capitalista» debe ser remover la creencia de que el arte se deriva de la emulación auto-consciente de Dios el Creador; la «iluminación religiosa», dice Benjamin, debe ser mostrada que «reside en una iluminación profana, en una inspiración materialista y antropológica, a la cual el hachís, el opio o cualquier otra cosa puede dar una lección introductoria». Al mismo tiempo, debe encontrarse que las nuevas formas culturales aumentan la alienación de la población, a fin de que ella entienda cuán realmente enajenado es vivir sin el socialismo. «No construya sobre los buenos tiempos pasados sino sobre los malos nuevos», decía Benjamin.
La dirección adecuada en pintura, por lo tanto, es aquella tomada por el Van Gogh tardío, que comenzó a pintar objetos en la desintegración de ellos, con el equivalente del ojo de un fumador de hachís que «desencadena y atrae cosas fuera del mundo familiar de ellas». En música, «no se sugiere que uno pueda componer mejor hoy» que Mozart o Beethoven, decía Adorno, sino que se debe componer atonalmente, ya que el atonalismo es enfermo, y «la enfermedad, dialécticamente, es al mismo tiempo la cura… La extraordinariamente violenta protesta reactiva que tal música enfrenta en la sociedad actual… parece sin embargo sugerir que la función dialéctica de esta música pueda ser sentida ya… negativamente, como «destrucción»».

El propósito del arte, la literatura y la música modernos debe ser destruir el potencial elevador —por lo tanto, burgués— de aquéllos, de modo que el Hombre, privado de su conexión con lo divino, vea su única opción creativa en la rebelión política. «Organizar el pesimismo no significa otra cosa que expulsar la metáfora moral de la política y descubrir en la acción política una esfera reservada en un 100% para las imágenes». Así, Benjamin colaboró con Brecht para trabajar estas teorías en forma práctica, y su esfuerzo conjunto culminó en el Verfremdungseffekt («efecto de distanciamiento»), el intento de Brecht de escribir sus obras dramáticas para hacer que el auditorio abandonara el teatro desmoralizado y enojado sin un propósito concreto.

Lo dicho: una joya. Hay que tener un cierto nivel intelectual para entender su importancia, pero este artículo resume la base intelectual de todas las demás conspiraciones.