Lo venía contando desde hace días: ante la multiplicación de terroristas en Afganistán (llegados de su derrota en Siria), su presidente había pedido ayuda a Putin y éste, que finalmente ha visto que el problema se podría extender a las repúblicas de su alianza euroasiática, Kirguistán, Tayikistán y Kazajastán, ha dado orden de bombardear a los terroristas, según informa Sorcha Faal. En su orden como comandante en jefe del ejército ruso, anticipa que militares norteamericanos que estén formando y ayudando a los terroristas se incluyen como blancos de guerra, una situación que se puede repetir en Siria e Irak, donde, tras la intervención rusa, el ministro de defensa norteamericano ha decidido intervenir con tropas terrestres, pero, a diferencia de la rusa, sin el consentimiento de sus respectivos gobiernos.
Desde el punto de vista jurídico, la intervención rusa está completamente justifica y legitimada (no sólo pueden ser afectados por la extensión del terror sino que los gobiernos se le han solicitado) pero de cualquier modo la situación no deja de ser tremendamente tensa porque por primera vez en toda la historia de la guerra fría Estados Unidos y Rusia (ex URSS) podrían enfrentarse directamente, con todo lo que ello implica.
El foco informativo se desplaza pues desde Siria (donde parece que la guerra está ganada por los rusos) a Irak y sobre todo Afganistán, donde se pueden producir estas bajas en el ejército estadounidense.
