Media — 15 enero, 2016 at 4:28 pm

Sean Penn tenía preparada una entrevista con el jefe del ISIS (cancelada, por miedo a que le ocurriera como al Chapo)

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Os lo sugería el otro día, cuando os describía las extrañas conexiones entre los actores que intervinieron en la entrevista con el Chapo Guzmán que condujeron a su detención/exposición pública como una persona con ideales: la actriz Kate del Castillo en el papel de Matahari y el actor yanqui Sean Penn, en el papel del héroe.
El asunto es que el estupendo y concienciado actor ya había interpretado el mismo papel, cuando ejerció de «intermediario» con Hugo Chávez años atrás… y ahora se preparaba para entrevistar, también, al líder del ISIS Abu Bakr Al Baghadi, entrevista que ha sido cancelada por miedo de éste a que sea una trampa para capturarle.
portadahollywoodEntonces es cuando me tengo que remitir a mi propio libro «La Historia Secreta de Hollywood», para recordaros que el actor o escritor viviendo el papel de héroe que interpreta en sus películas o en sus libros es una historia que se ha venido repitiendo unas cuantas veces a lo largo del siglo XX.
Por ejemplo, Ernest Hemingway ejerciendo de espía en la I y II Guerra Mundial, o el propio Errol Flynn haciendo lo propio en la Guerra Civil Española (llegando a intentar entrevistar a Hitler) o, sobre todo, las sospechosísimas conexiones entre la película «Viva Zapata» (1952) y la increíble y cinematográfica Revolución cubana (1953), que sucedió al año siguiente de que se estrenara el citado filme, ¡siguiendo el mismo guión!, hasta el punto en que un periodista norteamericana que se tira al monte para entrevistar al líder (Marlon Brando/Fidel Castro) acaba uniéndose a los revolucionarios y quién sabe si manipulándolos. En otras palabras: que la ficción revolucionaria de «Viva Zapata» (una extraordinaria película) preparó a la Humanidad para considerar real una posibilidad tan ficticia como que 40 barbudos pudieran iniciar una revolución desde las montañas (como Zapata) y acabar haciéndose con el control de un país (como en la película)*. Algo parecido a las revoluciones de colores que hemos contemplado en los últimos años.
El guión que sigue Sean Penn parece calcado al de todos esos actores-espía: o es un «Caballero Blanco» o un agente de la CIA, o ambas cosas, pero desde luego todo esto no es casualidad: lograr entrevistar a los hombres a los que no logran encontrar los servicios secretos de todo el mundo es porque hay algún «gato encerrado».
*Si el silogismo es acertado, y la revolución cubana fue una película de Hollywood, entonces, obviamente, también la revolución de Zapata fue otra película.
PD: Como veréis, el tema de la fusión de la ficción y la realidad es una tendencia ahora mismo en México. La gente despierta empieza a sospechar…