Espiritualidad — 18 mayo, 2016 at 9:34 am

¿Es posible conciliar la postura sobre las razas nacionalsocialista con la realidad actual?

by

Ahora que sabemos que ha habido una demonización prefabricada del personaje histórico Hitler, queda sin embargo un tema donde todavía hay un abismo frente al ser humano del siglo XXI, que es su postura frente al tema de las razas. ¿Es posible conciliar las posturas tan antagónicas sobre este tema?
Para entender la postura de Hitler en este tema, hay que situarlo en el contexto histórico: hacía pocos años que se había completado la «conquista del salvaje oeste» y la colonización del África negra, con las guerras de los bóers, los zulúes, etc.
Se habían encontrado dos mundos (el progresista europeo-protestante y el ancestral indígena-animista) con el resultado por todos conocido: la victoria de un progreso que nos conduciría a la barbarie actual, vacío y decadente. El desarrollo técnico de las razas humanas distaba siglos entre unos y otros, por lo que se veía como una relación de conquista. Las posibilidades de fusión de las culturas era una opción que no se tenía en cuenta (por más que los españoles dimos muestra de que sí era posible).
Añádesele a este cóctel el darwinismo social («sólo sobrevive el más fuerte»), que influyó tanto en Hitler, y tendremos la base para la separación de las razas pregonada por la Alemania nacionalsocialista, pero que respetaba cada cultura, con tal de que no se mezclara. Véase el siguiente vídeo explicando cómo se ha manipulado la historia con Jesse Owens en los juegos olímpicos de Berlín.
La unión de dos culturas diferentes genera problemas, por la misma razón que si se juntan un hombre y una mujer de distintas clases sociales o culturales; cada uno tiene formas diferentes de entender la vida y de lo que está bien y mal. Razas y religiones diferentes ahonda(ban?) estas diferencias (porque hay más distancia), luego las posibilidades de fractura de la familia aumentan también, con el consiguiente trauma para los niños.
Dicho esto, y tras la experiencia de la fusión de razas en boga hoy día, hay que reconocer que cuando cada uno de los padres pertenece a culturas diferentes el vástago resultante ha de vivir «con un pie a cada ribera del río»: ¡no sabe si tiene que hacer las cosas como la familia del padre o como la de la madre! ¡Pero no es una cuestión del color de la piel sino de la cultura, las costumbres! Estos niños tienen que hacer un esfuerzo doble para conciliar e integrar visiones a veces antagónicas de la realidad.
Aquí reside el punto central de por qué es imposible ponerse de acuerdo en este polémico punto: quizás el mayor que haya. La visión de Hitler correspondía a un mundo (el de los años 20 del siglo XX) que ya ha sido superado largamente y para el cual no hay vuelta atrás. Vamos a una Humanidad unida, sí o sí: no hay vuelta atrás.
Vivimos en un mundo globalizado gobernado por los medios de comunicación que ha destrozado, por medio de sus paranoias prefabricadas, las familias blancas y negras, de manera que la teoría de Hitler ha sido superada: la Humanidad ha de unirse para derrotar al enemigo común, que es el sionismo. Y La única manera de derrotarle es a través del Bien, el bien que nos engloba a todos. Lo cual no quiere decir, obviamente, que esa unión se haga de hacer a costa de que cada cultura pierda su identidad, su mapa, su guía, por supuesto.
En cuanto al tema del trabajo, resulta innegable reconocer que las condiciones laborales en los países adelantados se han deteriorado enormemente gracias a la llegada de sustitutos inmigrantes (por eso los obreros europeos votan a los nacionalistas, claro), aunque también es justo admitir que de alguna manera Europa está pagando el karma que creó al extraer tantas riquezas de todos esos países.
La solución a las crisis migratorias pasa, indudablemente, por mejoras las condiciones de vida en esos países para que no tengan necesidad de emigrar, y la lógica integración de la Humanidad se produzca de una manera gradual, y respetando los «timing» de cada cultura. Resulta tremendamente hipócrita la postura de la izquierda, que carga contra la tradición indígena española, y al mismo tiempo exalta la de otras culturas.
Si respetas las tradiciones de las culturas exóticas, has de respetar, también la tuya. Una vez más, los complejos de culpa que expliqué en otro vídeo.