Debido a mi cumpleaños, se me olvidó escribir esta noticia ayer, pero la «casualidad» clama al cielo. Que en un país se rapte, torture y asesine a un viceministro (pero no cualquiera, sino el de Interior) es un hecho inaudito. Que ese ministro sea de un partido de izquierdas y sus supuestos agresores, unos mineros, es ya «de traca». Pero que todo esto suceda, cuando el canciller del gobierno iraní está de gira por el país (Bolivia) como símbolo del posicionamiento antisionista del gobierno de Evo Morales, sólo se puede interpretar de una manera: «El mensaje mafioso de que «esto es lo que te va a suceder si sigues por ese camino».
