España — 9 octubre, 2016 at 9:20 am

Soto Ivars vuelve por sus fueros con una obra maestra sobre el lenguaje políticamente correcto

by

Tras marcharse de El País por la puerta grande (escribiendo un mensaje subliminal a Juan Luis Cebrián), Juan Soto Ivars se ha pasado al suplemento de El Mundo «Papel» en el que firma un excelente análisis de la dictadura del lenguaje políticamente correcto, con momentos memorables como el mensaje de un actor porno a la política del PP, Andrea Levy.
A poco que os fijéis, y correlacionéis este artículo con la disección del mensaje de Podemos del post anterior, os daréis cuenta de que aquel es causa de éste.
Me explico: una vez que se dejó de creer en el Bien y el Mal (por la deriva filosófica hacia el ateísmo y el postmodernismo), el Bien (con mayúscula) fue sustituido por el bien (con minúscula), es decir, las diferentes y pequeñas causas justas de los grupos que llamamos «minorías».
Os parecerá una locura, pero si existiera la noción del Bien, no existirían las nociones de «mayoría» y «minoría» por la sencilla razón de que todos se sentirían representados por la noción (derivada del Bien) de Justicia.
La noción de «minoría» implica primero de todo la existencia de grupos diferenciados en la sociedad de acuerdo a unas clasificaciones absolutamente arbitrarias, y se les atribuyen unos deseos, necesidades ¡y hasta cuotas! en la creencia (no reconocida, pero sí real en el plano inconsciente) de que si no miran por sus intereses, nadie pensará en ellos (por la inexistencia del Bien, claro).
Esa es la base de todos los movimientos sociales especializados (ecologistas, feministas, animalistas, por los minusválidos, gays, etc): la existencia de minorías, como si no existiera la noción misma de Humanidad, que engloba a todos.
¿Qué tiene que ver eso con el lenguaje?
Pues que como su «valor» nace de considerarse víctimas de un sistema (¡que les recompensa con subvenciones y apareciendo en la tele!), llevan su paranoia al mundo de la palabra, e intentan coartar a los pocos que siguen creyendo en el Bien común, instalándoles sus propias paranoias.
¿Quiénes no aparecerán nunca en los medios de comunicación?
Los únicos que podrían acabar con todos los problemas.
Los que creemos en el Bien, obviamente.