España, Media — 1 diciembre, 2016 at 12:58 pm

La carrera de Fernando Trueba ha terminado, con la polémica de su antiespañolismo: El sueño del Mono Loco se ha cumplido

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Supongo que, como la mayoría, he seguido en estos días la polémica desencadenada en torno al boicot a la última película de Fernando Trueba titulada «La Reina de España» (concebida a base de subvenciones de todos los españoles) después de que nos dijera que «no nos ajunta» al afirmar meses atrás «que no se ha sentido español ni cinco minutos en su vida».
Al margen de que uno se sienta español, lo que me fascina del caso es el nivel de contradicciones e indignidades protagonizadas por un sujeto que, por un lado, se ha aprovechado del pueblo español al haberse erigido como «figura de su cultura» (y hacerse hecho rico a su costa) y al mismo tiempo despreciarlo como sólo un traidor puede hacerlo.
Comoquiera que los entresijos del alma humana me fascinan, he seguido, atónito, el desarrollo de los acontecimientos en torno a esta película que, como digo, encima se titula «La Reina de España» (aunque parece llevar el mismo mensaje guerracivilista de su predecesora «La niña de tus ojos»). Una vez que la película se ha pegado el gran hostiazo que se merecía, los periodistas españoles han acudido en rescate de Trueba con unos «antiargumentos» que me han dejado con los ojos como platos. He llegado a leer por ahí (ahora no encuentro el artículo) que sus declaraciones solo fueron una provocación pero no deben ser tenidas en cuenta porque él ha hecho mucho por la cultura de este país, bla, bla, bla. Parece -no sé muy bien por qué- que por el hecho de inventarse una historia con imágenes uno tuviera una especie de «patente de corso» para situarse por encima del bien y del mal y tuviéramos que serle fieles repito, no sé por qué razón. (O quizás sí, quizás es que es un ídolo/dios y por eso hay que pasarle cualquier cosa).
El mencionado sujeto ha llegado a declarar que «Atacar a una película como ésta es atacar al país».
Así, por la cara, ¡el sujeto que ha declarado despreciar a sus conciudadanos se autoerige como portavoz de todos ellos! ¡La soberbia personificada!
Lo cual me hizo comenzar a dudar de la salud psíquica del señor Trueba, algo que se confirmó cuando ayer -y después del gran fracaso en taquilla, con menos de medio millón de euros de recaudación- se desdecía a sí mismo sin asomo de vergüenza para afirmar: «soy español, amo este país y vivo en él porque me gusta y porque quiero«.
Con todos estos mimbres, ayer por la noche me puse a psicoanalizar al señor Fernando Trueba para ver si podía entender lo que ha pasado en su contradictoria mente.
Primero, creyéndose por encima del bien y del mal (confiando por tanto en que ha alcanzado el estatus de dios del cine), se sincera reconociendo abiertamente que con su «arte» lo que ha pretendido es destruir la convivencia (pues nada más que eso es «ser español»; sentirse parte de la comunidad). Lo cual confirma su pertenencia al marxismo cultural.
Pero lo curioso es que esas declaraciones las hiciera antes de estrenar una película que se titula, precisamente, «La reina de España». Aquí me falta, obviamente, haberla visto, aunque sé que tiene de telón de fondo el franquismo y la guerra civil, como casi siempre, luego querrá reabrir esas heridas. Así pues, es posible que con esas declaraciones Trueba haya querido atraerse un público «izquierdista» o puede que se haya quitado la careta sobre su real opinión, pero en cualquier caso y desde el punto de vista del marketing, está claro que es una pésima propaganda para que los españoles vayan a verla.
Lo cual hace que uno empiece a dudar de su estado mental; quiero decir, de su conexión con la realidad.
No sé si me explico: una persona que está haciendo una película sobre España, en España, con el dinero de los españoles, y se mofa de ellos, o se cree muy listo o está fuera de la realidad. Cree que tiene tal apoyo de la Prensa (como así ha sucedido) que se le puede permitir cualquier cosa.
Y aquí empieza lo interesante porque este boicot ha sucedido aún a pesar de que mayoritariamente la prensa ha apoyado a Trueba, insultando al enojado pueblo español que ha boicoteado la película con adjetivos que me gustaría reproducir textualmente pero que, poco más o menos, le tildaban de provinciano y de paleto porque no le lamía el culo a este señor… que está viviendo de ese mismo pueblo. A este aristócrata, vaya.
Nos encontramos nuevamente con que la Opinión Pública ya no hace caso de los periódicos y se organiza (aún en contra de lo que le diga el Poder) a través de las redes sociales. Nuevamente han quedado en evidencia, por tanto.
La grandísima cagada al retractarse de lo que jactanciosamente había dicho meses atrás nos da una idea de la catadura moral de este impresentable que fue colocado como estandarte de la cultura española por el marxismo cultural del grupo Prisa, véase El País. Por dinero, cualquier cosa: «estos son mis principios, pero si no les gustan, tengo otros«: ¿verdad, Fernandito!
El asunto es que, como vamos viendo, esos medios ya no son las guías de la cultura popular, una vez que los medios de comunicación de masas (unidireccionales: prensa, radio, TV), han perdido peso frente a los medios digitales (blogs, YouTube, redes sociales: bidireccionales), los cuales están demostrando que ya son creadores de Opinión Pública.
Y aquí es donde viene mi argumento para justificar que la «carrera» de Fernando Trueba ha terminado, porque al meter la pata tantas veces se prueba que ha perdido contacto con la realidad actual; que no la comprende, vaya, y eso, comprender a la sociedad, es fundamental para una persona como un cineasta que busca conectar con las emociones de las personas. La colección de cagadas del señor Trueba en los últimos días demuestra que sigue pensando que la realidad que ha de reflejar es la que dicta el diario El País/ Club Bilderberg (de ahí su brote antiespañol), pensando que sigue siendo el pasaporte al éxito como durante el siglo XX, sin darse cuenta de que el mundo ha cambiado…
Y ahí, en esa desconexión con la realidad, es cuando sucede la locura y, por supuesto, el fracaso. Por eso me he acordado de aquella película de Trueba llamada «El sueño del mono loco» en la que un guionista se vuelve loco… ¿Acabará viviéndola en primera persona?
(Hay que recordar que el director idea historias con las que se identifica…).