Nuevamente nos encontramos con una de estas «casualidades» que ponen en entredicho las leyes probabilísticas y sólo pueden ser explicadas por medio de la Ciencia de la Conspiración.
Resulta que un joven mormón del estado de Utah (USA) tuvo la mala suerte de ser lesionado en el último atentado del aeropuerto de Bruselas; pero es que, además, tuvo la mala suerte de acompañar a su madre en la maratón de Boston a unos metros del lugar donde explotó la bomba y, no bastando con eso, también estaba en París el trágico 12 de noviembre en el que explotaron varias bombas.
Recordando que el sitio Whatdoesitmean viene diciendo últimamente que los mormones forman una parte importante de los servicios de inteligencia norteamericanos, va a haber que empezar a sospechar…
Lo cuenta el periódico inglés The Mirror.
