Cuando, en el fragor de las discusiones acerca del significado de la llegada de los españoles al continente americano con los integrantes de mi grupo de Facebook de allende el Atlántico, un chico apellidado García afirmó algo así como «no fue una conquista, fue un genocidio por parte de los españoles», le tuve que recordar que, dado que su apellido es español, ¡él es hijo de los conquistadores!
¡No daba crédito a que no se diera cuenta de que se estaba insultando a sí mismo!
Unos minutos después, tuve que realizar la misma operación con otro apellidado «Cuéllar» y luego con otra apellidada «Alves», y así media docena de veces… hasta que me di cuenta de que aquí había una «noticia».
De acuerdo a esta pequeña -pero significativa muestra- una gran parte de la población hispanoamericana sufre de un extraño síndrome consistente en acusar ¡a sus propios antepasados de oprimir a sus otros antepasados cuando ambos se mezclaron!
El hecho, la noticia, es tan surrealista que creo que ni un batallón de psicoanalistas argentinos (judíos) podría solucionarlo.
Aquí hay tomate, amigos hispanoamericanos, este surrealista complejo de culpa ha de ser revisado.
PD: La respuesta de una mujer a estos comentarios resaltándole que forma parte del «opresor y del oprimido» ha sido: «Rafael no es mi culpa yo si hubiese vivido en esa época me hubiese opuesto a eso».
PD 2: Me cuentan que la obra «Martín Fierro» relata muy bien cómo vivían las tribus indígenas. Creo que todos deberíamos leerla.
