Pocas veces he escuchado una declaración más emocionante que la de Brett Kavanaugh ante la comisión del Senado que juzga si las alegaciones de la mujer que dice que le violó cuando estaban en el instituto, eran ciertas. La tal profesora Ford, psicóloga con vínculos a la CIA, se ha mostrado dubitativa, estudiada y con esas claves de los manipuladores (ojos muy abiertos, actitud teatral) que os expliqué en un vídeo borrado por YouTube.
Por contra, el católico Kavanaugh ha demostrado que no frecuentaba a gente como Ford, ni estaba en su pueblo en la fecha ¡de hace 36 años¡ en que la acusadora afirma que le violó. Kavanaugh se ha preguntado por qué esta mujer no había aparecido jamás cuando ha estado ocupando altos cargos políticos en las últimas décadas. Devoto católico, las mujeres que conocían a este hombre (algunas feministas) han reafirmado que esa conducta no se corresponde con su comportamiento.
Entre lágrimas, moqueando, y una emoción a la altura de la importancia del puesto que va a ocupar, Kavanaugh ha noqueado la conspiración izquierdista del Deep State; si no ocurriera, Estados Unidos habría sucumbido a esta conspiración.
