España — 19 noviembre, 2018 at 8:25 am

Podemos ha comenzado YA a desintegrarse

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El sueño, convertido en pesadilla, en tan sólo cuatro años; los que median entre las últimas elecciones europeas, en las que los supuestos utópicos consiguieron representación parlamentaria, con Pablo Iglesias a la cabeza.
En esos cuatro años, el partido cuyos valores eran la horizontalidad y el no-liderazgo se ha convertido en una monarquía (republicana) donde el que osa toser es eliminado, de resultas de lo cual, Iglesias ya no controla el 65% del territorio de su propio partido (Andalucía, Madrid, Cataluña, Valencia), como bien apunta el director de El Confidencial esta mañana.
Como prueba de lo segura que es la inexorable carrera hacia el precipio de Podemos, hace simplemente un año y medio se montó un gran escándalo en mi Facebook porque dije que en una manifestación de Podemos en la Puerta del Sol (a la que acudí) no había más de 500 personas; los insultos que recibí por parte de los militantes que no querían ver la realidad hoy se convierten en bofetadas de realidad, al comprobar que Errejón y Echenique sólo lograron juntar a ¡30 personas! en un acto en el Círculo de Bellas Artes madrileño. ¡Había más cámaras de prensa que público! Su gente ya no se moviliza y eso, para un partido fundamentado en el activismo, es sinónimo de defunción.
Llegados a este punto, Podemos no puede más que desintegrarse porque sus propios valores -de naturaleza negativa- les conducen al autoexterminio.
El primero de ellos es que a los que dirigen esta secta lo único que les han juntado es el deseo de destruir el régimen/modo de vida/ sistema actual; carecen de ninguna idea de regeneración o reconstrucción, y la prueba está que confunden las estructuras corruptas con los valores del pueblo que decían representar y contra los que lanzan sus esquizofrénicas balas: EL LENGUAJE, LA FAMILIA, LA VIRILIDAD, LAS RELACIONES HUMANAS Y, SOBRE TODO, LA INOCENCIA DE LOS NIÑOS. Su idea del «Mundo Feliz» consiste en institucionalizar el abuso sexual a los niños: así de fuerte.
Después de cuatro años han aflorado todas las neurosis que esta pandilla de MKultras recibieron por parte del Estado que dicen combatir y que han asumido como propias por medio del Síndrome de Estocolmo, de resultas de lo cual, están generando la mayor represión psicológica que el pueblo español haya recibido jamás. Un pueblo español al que tratan de enfrentar, aliándose con aquellos que quieren destruir el país: los izquierdistas que aman a España (la gran mayoría) están escandalizados y hay muchos (sí, muchos) que se van a pasar al otro extremo, es decir, Vox.
Los comentarios de los varones votantes de Podemos que se pueden leer por las redes son de horror, pero ellos, instalados en sus lujosos chaléts, no son capaces de escucharlos: el software con el que fueron programados les impide razonar que no puedes reprimir a la mitad de la población y esperar que les voten masivamente. No pueden dar marcha atrás: George Soros no se lo permitiría, y de hecho se van a presentar a las elecciones como «Unidas Podemos», pese a la mofa de tres cuartas partes de los españoles ante tanta gilipollez, que se ríe de ellos a sus espaldas y, cada vez más, en su propia cara.
Convertidos ya en una casta mendicante de puestos en la administración del Estado, llega el momento en el que hay menos sillas que personas para sentarse, y por ello afloran las luchas intestinas, que no harán más que multiplicarse si, como está cantado, en las próximas elecciones se produce la esperada fuga de voto masculino. Entonces comenzarán a sacarse los cuchillos y esta película cambiará de guión: lo que empezó como Hair terminará como La Matanza de Texas.
(Minuto 1:15, la «batalla por las sillas»).

Ser de Podemos ha dejado de ser «guay»: ahora es algo de lo que la gente se avergüenza. Y eso es el final de la utopía.