Política actual — 5 noviembre, 2019 at 3:29 pm

Profesor canadiense de «estudios de género» confiesa que sólo es ideología, acientífica y manipulada con fines políticos

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Las ratas empiezan a saltar del barco (viendo que éste se hunde). Un profesor de «Estudios de género» (es decir, aquel que pretende demostrar que el sexo no es algo biológico) ha confesado en un largo artículo que «se inventaba los datos» y que «nunca hubiera pensado que la cosa llegaría tan lejos».
Christopher Dummit fue profesor asociado en la Facultad de Historia de la Universidad de Trent (Canadá) y ha publicado varios libros cuyo argumento gira en torno a que no es el nacimiento sino la cultura lo que hace que hombres y mujeres se comporten de manera diferente. Ahora, se siente culpable de hasta donde han ido las cosas y ha confesado que su técnica consistía en sacar situaciones de contexto para así fabricar argumentos, cosa que hacían todos sus colegas que trabajan en los mismos estudios. «En mi defensa«, continúa, «diré que no era el único. Todo el mundo inventaba (e inventa). Es así como se funciona en el ámbito de los estudios de género. Pero tampoco es una buena defensa. Tenía que haberlo sabido. Si tuviese que psicoanalizarme retroactivamente, diría que, en realidad, lo sabía. Y por eso estoy tan enojado y son tan enérgico sobre lo que pensé que sabía. Había que ocultar el hecho de que, en un nivel muy básico, yo no tenía pruebas de parte de lo que estaba diciendo. Así que blandía los argumentos con fervor y atacaba las opiniones alternativas. Intelectualmente no era muy bonito. Y es lo que hace tan desagradable ver que las opiniones que yo alegaba con tanta pasión -y con tan poca base- han sido ahora aceptadas por tantos en el conjunto de la sociedad«.
Todo lo que hacía respondía a una ideología, no a datos empíricos recabados. Él reconoce ahora que las «respuestas» con las que explicaba esos hechos «no procedían de una investigación primaria. Provenían de mis creencias ideológicas, aunque en aquella época yo no las habría descrito como una ideología. Tampoco los colegas que adoptaban la misma perspectiva y que, a diferencia de mí, siguen haciéndolo. Pero es lo que era, a saber: un conjunto de ideas preconcebidas construidas en la penumbra de la disciplina de los estudios de género«.
Además reconoce que nunca contrastaba sus teorías con quienes pudiesen ofrecer interpretaciones distintas, ni nadie -y esto es esencial en su denuncia- le obligó a hacerlo en ningún momento de su historial investigador ni en la revisión de sus trabajos por sus pares, que actuaban de la misma forma: «De esta forma, nunca me vi obligado a confrontar explicaciones alternativas orientadas a la biología, que eran como mínimo tan convincentes como las hipótesis que yo vestía con aires de certeza».
«Quiero insistir», continúa más adelante, «en que el problema era y es que yo me lo estaba inventando todo. Lo que presentaba educadamente eran conjeturas. Eran hipótesis. Tal vez yo tenía razón. Pero ni yo ni nadie pensó nunca en examinar lo que yo escribía». En muchos casos, lo que se alegaba como prueba eran «citas de otros profesores» que decían lo mismo (sobre el poder y la opresión como finalidad de las construcciones sociales de género): «Si eran franceses y eran filósofos, eso ayudaba mucho
«, afirma con sarcasmo.
El artículo traducido, en Religión en Libertad.
El original, en francés, en la revista Le Point. Esto ha tenido que hacer mucho daño en París, donde nació esta aberrante ideología.
PD: Le Point es una revista con muchísimos lectores en Francia.