España — 5 marzo, 2020 at 10:08 am

El tabú feminista ha caído: la izquierda llega al día de su aquelarre anual aquejada por el virus de la contradicción

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La prensa española de hoy viene cargada de excelentes artículos en torno al feminismo y a las disensiones en el gobierno del PSOE y Podemos que se están produciendo entorno a la «ley del sí es sí» (todo ello, mientras otra paranoia, la del coronavirus, amenaza con eclipsar la agenda del aquelarre feminista del domingo).
Hagamos un poco de memoria sobre lo sucedido en las últimas jornadas, y póngase una sonrisa para contemplar esta locura porque, como digo siempre, en tiempos de total delirio, la risa es la única manera de no dejarse arrastrar por la locura.
Resulta que la mujer (perdón, no, la progenitora 2) de Pablo Iglesias, a la que ha colocado de ministro de igualdad, ha enviado una ley para regular el ligoteo heterosexual que parece escrita… en un instituto de secundaria. Son tales sus errores que varios ministros del PSOE se han quejado, lo que ha ocasionado que el macho de Irene se haya descolgado con críticas a sus socios y que, según Eduardo Inda, esté obligando a Pedro Sánchez a elegir entre él y una de sus mejores colaboradoras, la también demencial Carmen Calvo. Tanto ABC como el siempre bien informado Luca Constantini señalan que este primer roce entre los socios de gobierno es más importante de lo que parece.
El asunto es que la Psicóloga MK Ultra, Irene Montero, ha publicitado la nueva ley contra el amor con el eslógan «quiero llegar sola y borracha a casa», que ha desatado la burla, por ejemplo, de Pilar Baselga, y del siempre agudo Juez Calatayud quien, con buen criterio, señala que «¡tantos años luchando contra el botellón… para esto!» Pues sí, una ministra incitando al alcolohismo juvenil.
Como ya advertí al comienzo de esta legislatura, lo peor de este gobierno es la vergüenza ajena que íbamos a sentir pero, como también os señalé, peor lo iban a pasar los que han votado a estos dos partidos demenciales. Cada vez son más los columnistas de izquierdas, como Javier Caraballo o Alberto Olmos, que critican a los estalinistas en el poder, pero es que la izquierda radical tampoco quiere a la pareja de Galapagar. Ayer, la Facultad de Políticas de Somosaguas vivió un suceso de gran justicia poética, pues el escrachador Pablo Iglesias sufrió un escrache en el lugar donde escracheó a la siempre en su sitio, Rosa Díez, hace sólo unos pocos años.
En este orden de cosas, Vox ha sacado un inteligente vídeo («quiero liberarme de vuestro burka ideológico») que saca los colores a la revolución fake feminista, y cada vez más mujeres, algunas famosas, como las actrices Candela Peña y Najwa Nimri, se desmarcan de las que dicen representar a las mujeres con un discurso de odio hacia el varón. La izquierda arde ante la desaparición de su tabú. En el PP, que cada vez siente más de cerca el «sorpasso» de Vox, se ha levantado la digna voz de Cayetana Álvarez de Toledo para cargar contra el feminismo, y especialmente contra Irene Montero, lo que ha hecho que, otra vez, los medios de comunicación de izquierdas, con La Sexta TV a la cabeza, pidan la cabeza de la susodicha.
Pero ya no hay remedio: el tabú feminista ha saltado, definitivamente, por los aires, y la nueva ley represora es ridiculizada por doquier (ver artículo de Voz Populi), y la próxima batalla se desencadena dentro del propio feminismo, una vez que las feministas en el gobierno de Podemos quieran renunciar a la mujer, y por tanto a su bandera, para abrazar la de los desviados sexuales. La guerra de las banderas feministas ha desatado otra guerra más entre las feministas «tradicionales» del PSOE frente a las todavía más delirantes de Podemos, una guerra que se ha vivido recientemente en las filas de Izquierda Unida (como ha resumido Apellido Obligatorio en este vídeo) y que bien podría desembocar en una batalla campal este próximo domingo. El diario El Español desvela que colectivos feministas se han alzado contra la nueva ley del «sí es sí» por incluir la identidad de género que ningunea a las mujeres. En definitiva: que el feminismo se ha roto definitivamente.
En resumen: la izquierda ha llegado al máximo de su contradicción y, por lo tanto, es el momento en el que la serpiente se muerda su propia cola, o la hora de las luchas fratricidas que consumen su autodestrucción.