Opinión y Noticias Externas — 7 marzo, 2020 at 10:43 am

Los seguimientos a individuos que han «cambiado de sexo» confirman la peligrosidad de esta operación: elevados índices de suicidio, enfermedades psiquiátricas y muertes repentinas

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Como podréis comprobar por el siguiente vídeo de una lesbiana (que dice ya no ser de izquierdas, a consecuencia de su enfrentamiento por el tema trans), la fractura dentro del feminismo es mundial. Y al hilo de todo esto, se están publicando suculentas informaciones sobre las consecuencias para la salud de lo que se conoce como «transición al otro sexo» o, en castellano, castración. Ni que decir tiene que llamar «ciencia» o «descubrimiento» a que la amputación de un órgano corporal y la intoxicación con químicos es, en sí misma, un problema de salud, es una perogrullada (por obvio), pero os puede servir para argumentar en la próxima batalla por desmitificar que la transexualidad sea un juego «de niños» (me perdonáis el chiste negrísimo, porque lo cierto es que están haciendo esta barbaridad a los niños.
En el vídeo que veréis debajo del de la lesbiana se descubre que lo de dar a los niños químicos inhibidores de la pubertad es un invento del maléfico Instituto Tavistock, lo que no nos ha de extrañar nada, porque es el verdadero laboratorio de todas las locuras que padecemos. En el informe que se detalla, reconocen que la administración de esas sustancias están en grado de «experimentación» por lo que se desconoce sus consecuencias reales. (Permítanme que no me lo crea).
Esta otra página reúne los diferentes estudios (pocos) que se han realizado sobre las consecuencias a medio plazo de la castración conocida como «transexualización». Para empezar, la mayoría son de poca calidad porque el seguimiento que han hecho de los pacientes es de pocos años, básicamente porque la mayoría de los transgénero escapan del seguimiento, lo cual deja la duda de qué habrá sido de ellos. La mayor parte de los relatados proceden de países escandinavos y del norte de Europa y encuentran un desproporcionado (frente a la población normal) de suicidios (7.6 veces más), y la tasa de mortalidad es de un 50% más alta que la población normal (enfermedades cardiovasculares, sida, etc). Las tasas de individuos hospitalizados psiquiátricamente es, también, más del doble que la de las personas naturales.
En definitiva, desconociendo los resultados de los más de la mitad de los investigados de los que no se vuelve a saber nada, los datos confirman al sentido común: las operaciones de «cambio de sexo» tienen unos efectos secundarios peligrosísimos, tanto para la salud mental como física.