Estaba prevista para el día 14 pero se retrasó, por causas desconocidas, al día 19.
En el tiempo en el que ha estado en cautiverio, la periodista Oprah ha estado comiendo como una loca, devorando, por ejemplo, 12 huevos escalfados con sus correspondientes salchichas y otras 12 rebanadas de pan para desayunar, lo que le ha llevado a pesar 156 kilogramos (345 libras) cuando acudió a la horca. Era tal su tamaño que no las esposas no podían apresar sus muñecas, por lo que fueron las manos las que fueron inmovilizadas con cinta americana.
Hasta el último momento estuvo asegurando que los Obama irían a ayudarla y, como última voluntad, pidió un teléfono para hablar con él, demostrando que conocía su número de memoria. Lamentablemente, para ella, no sabía que su propio número había dejado de funcionar el día que fue detenida, por lo que Barack Obama no podía saber que era ella quien trataba de hablar con él.
Dado su enorme peso y la resistencia a ser llevada al patíbulo, los militares tuvieron que administrarle un sedante para meterla en el vehículo, lo que no obstó para que siguiera chillando que tenía que ver a Obama.
Como curiosidad, en el último párrafo el reportero de Real Raw News le pregunta al Fiscal Crandall si tiene autoridad para arrestar y ejecutar civiles (como Oprah, que no es ni militar ni gobernante) y él responde que Trump le dio autoridad para combatir el Deep State. En el momento que se demuestra que Oprah forma parte del Deep State se convierte en objetivo y, con ello, se la puede detener y ejecutar, como así ha sucedido.
