Así se censura la información ovni: el MJ 12

Aunque las visitas de seres de otros mundos son corroboradas por las iconografías de todas las culturas humanas, los años posteriores a la segunda guerra mundial marcan un antes y un después para el contacto con otras civilizaciones estelares. Entre enero de 1947 y diciembre de 1952 no menos de 16 objetos extraterrestres tuvieron que aterrizar o se estrellaron en la zona del desierto de Nuevo Méjico. Ello dio lugar a la cifra de 65 extraterrestres muertos y al menos uno vivo. ¿A qué se debió esta explosión?

La razón hay que encontrarla en el final de la segunda guerra mundial, y más concretamente, en las bombas lanzadas por los Estados Unidos en Hiroshima y Nagasaki. En aquel tiempo, el hombre, por primera vez en su historia reciente, adquirió la capacidad para destruir el planeta, con lo que ello implicaba para el orden cósmico, pues una explosión de esas características podía conllevar graves repercusiones en otros mundos. Esa es la explicación de este aluvión que manejan los círculos de contactados; seres de otros mundos “monitoreaban” las actividades para impedir una tragedia estelar.

Pero no sólo seres benéficos nos visitaban. Milton William Cooper, ex agente del servicio secreto de la marina, que estuvo envuelto en investigaciones de este tipo, corrobora que en el año 1948 se estrellaron dos artefactos extraterrestres en Nuevo Méjico, uno de los cuales contenía un macabro hallazgo: restos humanoides. En el año 1948, un grupo de científicos forman, por orden gubernamental, el proyecto Grudje, que tiene como fin estudiar el fenómeno y, al mismo tiempo, elaborar una estrategia desinformativa sobre el mismo, lo que cristalizó en el famoso “libro azul”. Cooper vio y estudió ese famoso libro azul en compañía de su compañero Bill English. Según él, en aquella época se conformaron los Blue Teams (equipos azules), más tarde llamados Alpha Teams, encargados de ocultar los ingenios voladores y, en su caso, los extraterrestres muertos. En un primer momento, fue únicamente cuestión adscrita a los servicios secretos de la aviación y de la CIA, constituida en 1947, expresamente para ocuparse de esos asuntos. Así mismo, el Consejo Nacional de Seguridad, compuesto por los jefes del pentágono, interior, servicios secretos, presidente y vicepresidente, del que tanto se habló con motivo del 11-S, se constituyó también para tratar de extraterrestres. Unas variaciones en sus estatutos permitieron a la CIA, en un principio sólo con potestades en espionaje extranjero, participar en labores de ocultación y toma de datos dentro de los límites del estado norteamericano. Aún hoy, los norteamericanos piensan que la CIA sólo puede actuar en el extranjero.

Una serie de directivas del Consejo de Seguridad Nacional (NSC) fueron ampliando las competencias de la CIA hasta que los documentos NSC10/1 y NSC10/2 “legalizaron prácticas ilegales y autorizaron procedimientos prohibidos por el simple hecho de haber sido recomendados por los dirigentes de la Seguridad Nacional”. Mediante ese mismo decreto se creó un departamento para la supervisión de proyectos secretos, al que se adjudicó el tema extraterreste. Toda esta burocracia terminó alejando a los servicios secretos de la esfera presidencial, lo que le permitiría, en caso de denuncia, argumentar que nada sabía del asunto. Germain Greer, coordinador del “disclosure project” para la desclasificación de este material, corrobora que, en conversaciones con el ex jefe de la CIA, William Colby, le confesó que el por entonces presidente desconocía toda esta información.

En la práctica, a finales de los años cuarente se formó un gobierno secreto en los Estados Unidos que no tenía porqué informar al presidente de sus asuntos, compuesto por científicos. Sólo después de cuatro años se formó el MJ12. El Ministro de Defensa de aquella época, James Forrestal, fue el único que se enfrentó a la gran conspiración que se empezó a tejer por aquellos años; la respuesta del presidente Truman fue “que no tirara de la manta”. Forrestal, un hombre de grandes convicciones religiosas, no le hizo caso y, unos meses después, fue ingresado en un hospital de la marina, víctima de “una crisis nerviosa”. El 22 de mayo de 1949, agentes de la CIA liaron una sábana en la cabeza de Forrestal, descolgándola de la habitación del hospital donde se alojaba: la sábana se rasgó y Forrestal se estrelló contra el suelo, falleciendo a continuación.

El extraterrestre retirado de Roswell fue nombrado EBE (Entidad Biológica Extraterrestre), siendo analizado por científicos, llegándose a la conclusión de que se alimentaba de clorofila, es decir, directamente de la luz. En 1951, EBE enfermó, siendo su curación encargada al doctor en biología Guillermo Mendoza, que no fue capaz de salvarlo. Todo ello quedó recogido en el “libro amarillo”, incluidas fotografías, a las que Cooper y Davis tuvieron acceso.

A sabiendas de que estos extraterrestres poseían tecnología más poderosa que la suya, por esa época, los Estados Unidos comenzaron a enviar llamadas al cosmos pidiendo ayuda. Con el fin de desentrañar los códigos de los extraterrestres, en 1952 el presidente Truman creó la NSA (Agencia de Seguridad Nacional), y el consiguiente operativo para ocultar la existencia de extraterrestres, denominado SIGMA, con atribuciones en todo el planeta. De aquella época data la alianza entre los supuestos enemigos soviéticos y capitalistas, pues los comunistas fueron avisados de muchos de estos sucesos, diseñándose planes conjuntos para una hipotética confrontación con otras civilizaciones. Según afirma Cooper, la NSA es la verdadera central de inteligencia estadounidense, y recibe el 75% de los fondos para el espionaje.

Para coordinar todos estos esfuerzos por mantener la censura acerca de estos temas, se funda el grupo Bilderberg, denominado así por el nombre del hotel donde primero se reunieron un puñado de poderosos, aunque su sede central se encuentra en Suiza. Poco a poco, esa organización se fue constituyendo en un gobierno secreto mundial, como veremos, con dos brazos.

Con Eisenhower en el poder, los sucesos ufológicos siguieron produciéndose:  en el primer año de su mandato diez platillos volantes se estrellaron (cuatro en Arizona, dos en Texas y uno en Nuevo Méjico, Luisiana, Montana y Africa del Sur), con el balance de 26 muertos y 4 supervivientes”. Eisenhower, acostumbrado a delegar sus responsabilidades, buscó ayuda en Nelson Rockefeller, colega del Consejo de Relaciones Exteriores (CFR, en inglés), quien puso las bases del MJ12, una organización archisecreta dedicada en exclusividad al tema extraterrestre. Para darle marchamo oficial, Eisenhower nombró a Rockefeller presidente del comité de asesores del Presidente, con rango de subsecretario de estado.

En 1953, se captaron señales de radio procedentes de una flotilla que se acercaba a la tierra. SIGMA logró establecer contacto con los extraterrestres, permitiendo un aterrizaje por el que se estableció un primer contacto entre las civilizaciones. En el mismo periodo, otra raza de extraterrestres  estableció contacto con el gobierno de los Estados Unidos previniéndoles en contra de las intenciones de “los grises”. Esto es lo que recuerda Cooper de aquél contacto: “Nos propusieron ayudarnos en nuestro desarrollo espiritual. Como condición preliminar, estos extraterrestres nos pidieron que desmanteláramos y destruyéramos nuestras armas nucleares. Se negaron a un intercambio de tecnología argumentando nuestra falta de madurez espiritual y nuestra incapacidad en manejar las tecnologías que ya disponíamos. Dijeron que sólo utilizaríamos las nuevas tecnologías para destruirnos los unos a los otros. Explicaron que estábamos en el camino de la autodestrucción, que debíamos parar el matarnos los unos a los otros, de contaminar la tierra y dilapidar sus recursos naturales, y que debíamos aprender a vivir en armonía. Estas condiciones fueron consideradas con extrema desconfianza, particularmente la exigencia principal del desarme nuclear. Se estimó que aceptar estas condiciones nos volvería totalmente vulnerables frente a una eventual amenaza extraterrestre. No se tenía ninguna referencia a una situación similar en la historia de la humanidad que hubiera podido ayudarnos en esta circunstancia. El desarme nuclear se consideró finalmente como contrario a los intereses de los Estados-Unidos y se rechazó la oferta”.

Según el mismo “libro amarillo” al que tuvo acceso Milton Cooper, en el año 1954 se produce el primer aterrizaje de los extraterrestres que habían rodeado el ecuador, los pequeños, de color gris y amplia cabeza; concretamente, en la base aérea de Holloman. Procedían de una estrella roja en la constelación de Orión, conocida como Beltegeuse que, según ellos, es estaba extinguiendo, por lo que necesitaban otro lugar donde vivir. A esa reunión acudió el general Eisenhower para firmar unos acuerdos de transferencia de tecnología a cambio del uso de unas bases subterráneas en el planeta tierra y de “un número determinado de humanos” para sus experimentos, siempre y cuando no fueran dañados y fueran devueltos a su lugar de origen sin ningún recuerdo del secuestro. Cooper dice haber visto personalmente 40 personas a las que los extraterrestres habían implantado dispositivos, con consecuencias funestas para su salud física y mental.

El primer embajador de otro sistema galáctico se llamaba “Excelentísimo Plenipotenciario Sr. Krill” y la bandera de esta civilización se llamaba “Trilateral”, el nombre que, más adelante, recibiría una de las más importantes organizaciones pertenecientes al gobierno oculto. Por medio de esos acuerdos se produjo un intercambio de 16 personas entre ambas civilizaciones con objeto de profundizar en su mutuo conocimiento y la construcción de unas bases subterráneas de uso conjunto. El lugar elegido fue una reserva india a caballo de los estados de Nuevo Méjico, Utah, Colorado y Arizona. Otra fue construida en Nevada, en la región S-4, 7 millas al sur de la frontera oeste del distrito 51, llamado Dreamland (Tierra del sueño).

Desde ese momento, el gobierno secreto estadounidense comenzó las investigaciones con tecnología extraterrestre, un proyecto denominado Redlight (luz roja) y que se llevó a cabo en Dreamland, a cuya custodia se encargó al Ministerio de la Marina, por encargo directo del presidente, pese a que éste nunca llegó a visitarlo.A esta base se la llamó “la cara oculta de la luna”, lo que ha originado muchos maletendidos, según Cooper. Con objeto de proteger estos proyectos ultrasecretos se crearon los Delta Teams mientras el proyecto “Snowbird” se encargaba de desacreditar los numerosos avistamientos de luces rojas que se realizaban por aquellos tiempos, convirtiéndolas en pruebas militares (lo cual era cierto, pero de tecnología extraterrestre). Tan es así, que se llegaron a construir aviones “snowbird” para explicar a la prensa lo que se había visto. Al tiempo, se desviaron fondos militares para la construcción de estas bases subterráneas con el pretexto de que eran refugios antiatómicos. Aún hoy, permanecen secretos, aunque se puede deducir que uno de ellos puede ser el lugar donde se refugió Dick Cheney durante el 11-S. La trama de acceso a esos fondos es complicadísima, pero Cooper cree que “al inicio de la cadena se encontraban los diputados George Mahon de Texas, presidente del comité de presupuestos de la cámara de representantes y su comité de defensa, y Robert Sikes, de Florida, presidente del sub-comité de la camara de representantes para los presupuestos de las construcciones militares. Nunca ha habido una auditoría sobre esos fondos. Al parecer, muchos de ellos han ido a parar a Palm Beach, en Florida, a unos terrenos de Joseph Kennedy, algo corroborado por un agente de la guardia costera, que afirmó haber entregado dinero a la familia Kennedy. Cooper se pregunta si ello sería un pago en reparo por el asesinato de JFK (más adelante, veremos el porqué).

Tiempo después, Nelson Rockefeller cambiaría su cargo por el de “Responsable de misiones especiales para la guerra fría”. Este puesto, que más tarde sería ocupado por su delfín, Henry Kissinger, es, de hecho, la jefatura de las operaciones especiales y secretas de los Estados Unidos, e incluye presencia en el gabinete y en el Consejo de Seguridad Nacional. En 1955 Rockefeller se hizo responsable del grupo de planificación, un departamento creado por el Consejo de Seguridad Nacional (NSC5412/2) también conocido como “5412” o “grupo especial” que es quien autoriza las operaciones secretas.

Una orden previa, de 1954, había creado el Majority 12, un comité permanente que debía controlar las actividades relacionadas con extraterrestres. Su primer comité estaba integrado por Nelson Rockfeller; el Director de la CIA, Allen Welsch Dulles; el Ministro de Asuntos Exteriores John Foster Dulles; el Ministro de la Defensa Charles E. Wilson, el jefe de estado mayor, el almirante Arthur W. Radford; el director del FBI, J. Edgar Hoover y seis hombres del Directorio del CFR (Consejo de Relaciones Exteriores), llamados los «sabios». Todos ellos formaban parte de una organización masónica de estudiantes llamada “Jason society”, y reclutarían sus miembros entre los de otras sociedades similares, como Skulls and Bones o Scroll and Keys, de Yale y Harvard, respectivamente. Más tarde, en 1973, se unirían miembros de la “Comisión Trilateral”, como Gordon Dean, George Bush y Zbiniew Brzinski, una organización con representantes de altísimo nivel pertenecientes a Europa, América y Japón y cuyo jefe europeo actual es Antonio Garrigues Walker. El MJ12 ha variado su nombre en los últimos años para no verse afectado por los contados libros que han revelado su existencia. Así, con Nixon, Ford y Carter se le ha llamado “Grupo 40” y con Reagan, el “comité Pl 40”.

A mediados de los años cincuenta se tuvo constancia de que los extraterrestres incumplían los acuerdos, pues colaboraban con la Unión Soviética y superaban el número de personas capturadas, amén de utilizarlos con propósitos maléficos. Algunos combates entre las fuerzas aéreas y los extraterrestres dieron por resultado la victoria de éstos. Con objeto de revisar los acuerdos, en noviembre de 1955 el gobierno secreto creó el grupo de estudio Quantico, bajo la tapadera de investigar sobre los efectos de una guerra nuclear. En su fundación concurrieron 35 personas, todas pertenecientes a Jason Scholars y la Trilateral. Su primer moderador fue Brzinski, y más tarde, Henry Kissinger, aunque la mano de Nelson Rockefeller se dejaba sentir. El propio magnate construiría un centro para sus reuniones en Maryland, llamado “country club”, al que sólo se podía acceder en avión, que daría albergue a las reuniones del Quantico 2. La importancia del grupo fue tal que la mujer de Kissinger le abandonó por el tiempo que empleaba en esas reuniones. La principal conclusión de sus trabajos fue que no se podía decir nada a la ciudadanía porque el pánico generado sólo agravaría la situación, por ello se decidió continuar con la conspiración del silencio. Los fondos de los que se nutrirían provendrían de la CIA y de los presupuestos militares.

Sabiendo que los extraterrestres utilizaban glándulas humanas para regenerarse, pues su raza se estaba extinguiendo, los responsables del MJ-12 decidieron continuar sus relaciones, pues sus armas eran inútiles frente a ellos. Eso sí, al tiempo invertían ingentes cantidades para poner nuestra tecnología a su nivel, algo en lo que colaboraban los soviéticos. Los proyectos Joshua y Excalibur, antecedentes de “la guerra de las galaxias”, fueron la punta de lanza en su época. El primero continuaba una investigación de la Alemania nazi, que permitía horadar un carro de diez centímetros de grosor a varios kilómetros de distancia mediante ondas de baja frecuencia. Excalibur, por su parte, era un arma propulsada por cohetes que permitía horadar el suelo a una altura de diez mil metros, pensada para abatir a los extraterrestres en sus búnkeres.

Este grupo de estudio investigó los secretos de Fátima, por si hubiera mediado intervención extraterrestre. Una comisión se reunió con el Vaticano, recabando que la profecía hablaba de que se acababa la religión, el planeta sufriría una gran devastación entre 1999 y 2003 y que el cristo llegaría en el año 2011. Los extraterrestres confirmaron estas informaciones y afirmaron ser capaces de viajar por el tiempo, “los extraterrestres mostraron un holograma que fue filmado por el gobierno, y que pretendía ser la crucifixión de Cristo. No sabíamos ya qué creeer”, dice Cooper.  También afirmaron haber contribuido a nuestra creación y la de nuestras religiones.

En 1957, un congreso secreto de científicos celebrado en Alabama llegó a la conclusión de que la tierra se destruiría a finales de siglo de no mediar antes intervención extraterrestre o de… Dios. Se encargó a los Jason Scholars las posibles soluciones a esta acuciante profecía. Fueron tres. La primera, abrir, mediante ogivas nucleares, un espacio en la atmósfera, al tiempo que se regeneraba el planeta mediante políticas energéticas sostenibles. La segunda, construir una red de ciudades subterráneas donde sobrevivirían una muestra de especies y profesiones, una especie de Arca de Noé. La tercera, permitir que unos pocos humanos fundaran colonias en el espacio, con la ayuda de otros, tenidos por esclavos. Como es sabido, la alternativa 1 fue la rechazada. Desde ese momento, comenzaron los planes para controlar la superpoblación mediante el uso de agentes contaminantes, la propagación del aborto y la homosexualidad y enfermedades como el SIDA, entre otras.

En 1959, la Randon Corp mostró sus avanzadas tecnologías para realizar túneles bajo tierra y comenzar a crear esa vida subterránea. En aquella época, los miembros del MJ12 deciden comenzar a traficar con droga para financiar estos planes. Para ello, fue reclutado un ambicioso miembro del Consejo de Relaciones Exteriores y de Skulls and Bones, al margen de presidente de una pequeña compañía de petróleo, el tejano George Bush. El fue el encargado de poner en marcha el aprovisionamiento de droga proveniente de sudamérica, utilizando barcos de la armada, que evitarían a los agentes antidroga y de fronteras, algo que sigue en pie. Las operaciones “Watchtower”, “Pegasus” y “Amadeus” pusieron las bases para que Panamá se constituyera en la puerta de acceso de la droga a Estados Unidos.

Cooper afirma que, cuando Kennedy llegó al poder con su plan para mandar al hombre a la luna, existía desde hace ya tiempo una base de utilización conjunta entre soviéticos, americanos y extraterrestres. Kennedy llegó a enterarse de la existencia de los extraterrestres y la relación de la droga en todo este asunto. En 1963 lanzó un ultimátum al MJ-12, amenazándoles con contarlo al pueblo americano de no abandonar el tráfico de drogas. El MJ-12 se encargó de impedirlo en Dallas (Tejas), según él, el agente que tenía delante es quien en realidad le dispara. La comisión Warren, que investigó los hechos, estaba compuesta por hombres pertenecientes al CFR, por lo que nació viciada desde el principio.

Al parecer, en 1969 se habría producido un enfrentamiento entre extraterrestres y científicos terrícolas. Un equipo de los Delta Teams fue llamado a liberar a los científicos, lo que ocasionó 66 bajas entre los humanos. A consecuencia de ello, los proyectos conjuntos se paralizaron durante dos años.

Cooper señala que la caída de Nixon fue un golpe de estado orquestado por este gobierno secreto. Después de ello, bajo el mandato de Ford, se organizaron varias comisiones para investigar a los servicios secretos. La primera estaba dirigida por el propio Nelson Rockefeller y la segunda, por Hearings, colega de Rockefeller en el CFR. Las esperanzas de que la trama del tráfico de drogas se desvelara, naufragaron, como era de esperar. Para evitarlo, el MJ12 creó una serie de señuelos falsos, con objeto de que la investigación no llegara a la verdad.

En 1989, Cooper remitió 536 documentos a cada uno de los representantes democráticos, avisándoles de los planes de este gobierno secreto, compuesto por extraterrestres y humanos. Sólo dos congresistas respondieron.

Pocos días después del 11-S, Cooper murió asesinado. Bill Clinton le había calificado de “el locutor más peligroso de América”.