En el nombre de la ciencia: las fotos más locas de la Plandemia Covid 19

La mascarilla fue una auténtica payasada.
«Una madre y sus hijas tomando el sol en la playa eran un gran peligro contra la Salud Pública».

 

¿Reflejo de su inconsciente?
Una de las imágenes más emblemáticas de la Plandemia.


¿Qué trauma le quedará a estos niños?
Los futbolistas podían estar juntos, los niños, no.
El maléfico Covid desaparecía a las 11 de la noche, para que todo el mundo se recogiera a sus casas, pero volvía a las 6 de la mañana, la hora del trabajo. Lo llamaron «toque de queda».

No eran las vacunas: lo que provocaba el infarto y el ictus era ¡la pizza margarita!
Si algún científico puede probar esto, me corto el pene en un directo de YouTube.
Los Reyes Magos llegaron con mascarilla.
Al gilipollas que se le ocurrió esta «gracia» con los niños para mantenerlos alejados unos de otros habría que aislarlo de la sociedad.
El número favorito de los ingenieros de la Plandemia.
El titular es parcialmente cierto: cada semana la gente se volvía más gilipollas al creerse gilipolleces como ésta.
Aquí te enseñan cómo dar un abrazo en tiempos del Covid. No acerques la cara, y lleva mascarilla si lo haces.
Mascarilla con cremallera. Lo último de lo último.

 

 

Lo que era bueno, lo convirtieron en malo: tenían que separarnos de la Naturaleza.
Objetivo: culpabilizar a los jóvenes
La culpa es un método muy eficaz de control social.
Me gustaría conocer a la agencia de publicidad que diseñó esta campaña de la comunidad de Madrid.
Cualquier oportunidad es buena para extender la paranoia.
Un poquito de humor
Siempre quiso disfrazarse de astronauta.
Esto ya no sé si me hace gracia.
Mascarilla versión Halloween.
Un cachondo.
Este se ve que va en serio porque lleva guantes de plástico.
¿Va en serio o en broma? Apuesto a que no es irónica.
Imagina que trabajas en una tienda y te viene un esperpento como ésta.
¡Pero qué hijos de perra son esta gentuza!
¿Cuánto tiempo habrá tardado en vestirse este hombre esa mañana? ¿Se cambiará de «atuendo» cada día? ¿Tendrá «trajes» diferentes para ir a trabajar y con los amigos?
Seguro que te estás fijando en la doble mascarilla que porta esta mujer, pero lo realmente original es la «protección» que le ha colocado al carrito de la compra: ¡le ha puesto una sábana de casa! ¡Se la ha llevado al supermercado!
Lo mejor de esta foto es ¡que nadie le presta atención! ¡Míralos! ¡Ya nada les extraña!
Esta foto se ha convertido en un clásico. La polémica estriba en quién va mejor vestido: el amo o el perro.
Me pregunto: ¿se quitará la toalla cuando salga del vagón o seguirá caminando con ella por los pasillos y escaleras?
Siento repetirme, pero fijaos en que la gente ¡no mira a este extrañísimo enmascarado! ¡Nada les sorprende!
Sí, este hombre lleva una compresa encima de la mascarilla. Absteneos de comentarios freudianos, que nos detiene el Ministerio Feminista.
Ahí la tienes, tan mona con su pamela y sus gafas de sol, pero totalmente segura en el agua con cloro, gracias a su mascarilla que le impide respirar.
A ver si alguien encuentra a este señor y le pide el experimento científico que justifica esta suprema gilipollez.
Argentina llegó muy lejos en esta paranoia.

 

Parece que pocos jóvenes se animaron a esta «divertida» convocatoria guardando la distancia de seguridad.

 

Detenida por tomar el sol. Lógicamente, está poniendo en riesgo la salud de todos.
¡Cuando se entere este hombre que fue una paranoia!
Visualmente, la imagen es muy poderosa: parece como si ambos vivieran en dos mundos diferentes
Barcelona. Segregación por mor de la vacuna.
¡Que los jóvenes no se junten!
¡Cuando esta gente despierte a la realidad de lo que sucedió!
Este cartel de la comunidad de Aragón me «encanta» porque la autoridad política hace responsable a la gente de la destrucción del empleo que ellos mismos han provocado.

Ahí le tienes, en la piscina del chalét de su casa, con la mascarilla. Conclusión: los ricos también pueden ser gilipollas.
Me encantaría conocer al autor de este estudio «científico».
Pocas voces con sentido común se alzaron ante el oprobio.

El colmo: ya no se podía ni hablar (no vaya a ser que alguien te cuente la verdad de la mentira en que vivíamos).
También lleva algo para la nariz, ¿verdad?
Perros con mascarilla.
Gimnasia en una jaula.
La ostia sagrada envuelta en plástico. Me voy a abstener de hacer un chiste con la polisemia de la palabra «hostia». Si no eres español, busca en google.
Encerrada por culpa de la paranoia.
Esta imagen no es para hacer chistes.
¿Te imaginas con un calorazo de 30º y tomando el sol con un plástico encima?

Horrible.

Con el Covid te vuelves negro.
Cuando un SER HUMANO ve imágenes como ésta, le entran ganas de romperlo todo.
El experto que siempre salía por todos lados.
¡Criminal! ¡Se le ocurrió hacer surf mientras un bicho letal estaba por el aire!
Control total.
El espiritu de Tito Freud volaba continuamente por la Plandemia.
Por el Bien de la abuela
Nos dijeron que la vacunación acabaría con la pandemia, pero no fue así.
¡Qué romántico, verdad?
Primero fue un dosis, luego dos, después tres, y cuatro… Nunca era suficiente.

Un día maravilloso tomando el sol en la playa… y sin poder respirar el olor del mar.
Nooooooooooooooooo
Inyéctate el veneno por fervor patriótico.
Atacando el argumento de la elección de la marca de la vacuna.

 

Doble mascarilla y protección facial.

 

 

«Convierte la inyección del veneno en una fiesta»
Combatiendo las verdades con mentiras comprobadas.
¿No era que cuando llegara la vacuna se acabaría la obligatoriedad de usar mascarilla? Donde dije «digo», digo «Diego».
«Malestares leves»: malditos hijos de Satanás.

 

A falta de otra cosa…
Algún día nos enteraremos por cuánto dinero se vendió este pájaro.
Esto pasa cuando quieres exagerar a toda costa.
Antes, uno se vacunaba y conseguía la inmunidad a esa enfermedad, pero con el Covid, las vacunas pasaron a ser como pilas que se descargaban y había que recargarlas continuamente.

Un virus con superpoderes.
Que no se te olvide…
El Miedo como política de Estado.
Nada mejor que una chica guapa para convencerte de lo más inhumano.

 

 

Todas las marcas siguieron la orden de los globalistas.
… Y luego se inventaron el Covid persistente.
El presidente de la Comunidad Valenciana admitió que la obligatoriedad de llevar la mascarilla era para que la gente no se olvidara de que había una «pandemia», no porque en realidad existiera. Aquí, la prueba.
«Las mascarillas son para los plebeyos, no para nosotros».
Especial, para los animalistas.

 

La mitad de la población vigilando lo que hace la otra mitad.
La paranoia hasta el paroxismo.
Una mujer valiente ¡con mascarilla y pantalla!
Como Fumanchú, el Covid se podía colar por cualquier parte.
Sexo y muerte, la fórmula de Sigmund Freud, que no falte.
Esta señora es la jefa de los científicos en España. Creo que es el mejor resumen de lo que hicieron en nombre de la Ciencia.
Siete mascarillas, mejor que una.

Freud, siempre Freud.
Todos los que morían, lo hacían por Covid.