Opinión y Noticias Externas — 13 enero, 2012 at 11:45 am

Decodificando la psique judía: ¡liberemos a los judíos de su Programa del Odio/Miedo!

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Con unos entrañables amigos judíos, en Puskhar, India
Con unos entrañables amigos judíos, en Puskhar, India

Primero de todo, despojémonos de prejuicios. Un israelí (o un judío) es una persona como todas, el mismo arquetipo que en otras colectividades te caerá bien, se convertirá en tu amigo en versión judía, y el que te rechina en tu tierra, te causará mal rollo entre los judíos. Como enseña el tzolkin maya, hay 260 arquetipos humanos. Así pues, los judíos no son ni mejores ni peores.
Si tuviera que hacer una generalización entre los judíos que he conocido, diría que son bastante listos (pero no más que entre otros pueblos desarrollados) y que las judías son muy hermosas (dicen que los varones también lo son), aunque también hay gente que no resulta atractiva, claro.
En mis viajes de los últimos años he charlado con unos cuantos israelitas y me han parecido gente estupenda, eso sí, con los que podías hablar, porque muchos van en grupo y no se juntan con otros que no sean judíos. Si recordáis, en el documental «Difamation» se mostraba cómo a los jóvenes estudiantes israelíes les mostraban vídeos sobre el holocausto, antes de ir a Auschwitz: están marcados por esa programación mental. El holocausto es el software que mantiene a los judíos unidos, como un pueblo, y por eso se inventó, claro, para que los judíos no se asimilasen, como se demuestra en el libro «La invención del pueblo judío», del profesor Ayn Rand. El recuerdo del relato sobre el holocausto es la base del pueblo judío, por eso les machacan con él desde que nacen.

Primera reflexión: son desconfiados.
¿Por qué son desconfiados?
Porque desde pequeños les cuentan que el resto de la Humanidad les odian, que trataron de exterminarles durante la Segunda Guerra Mundial y que les han echado de otros países siempre por las mismas razones: porque no respetan su diferencia y les tienen envidia.
Ese es el programa fundamental que tiene en la cabeza aquel que se llama a sí mismo «judío».
A menos que le hagamos caso a un chamán que conocí en Buenos Aires que había dirigido tomas de ayahuasca con judíos ricos y a los que les había visto desdoblarse en «cosas raras», los judíos son la misma raza humana. Ni más ni menos.

Días después de terminar este artículo, me encuentro con este libro que resume todas las neurosis judías. ¡Fabuloso!
Días después de terminar este artículo, me encuentro con este libro que resume todas las neurosis judías. ¡Fabuloso!

La única diferencia estriba en que ellos (sus profetas) recibieron los mensajes espirituales de la Entidad que ha gobernado el Planeta durante milenios y, por ello, son «especiales», pues poseen los «códigos» por los que se relaciona la sociedad; nos guste o no, la Biblia sigue rigiendo al Planeta. Esa y no otra es la razón del poder de los Estados de Israel y del Vaticano. Vivimos en una teocracia (del lado Oscuro).

Para que cada judío conserve sus privilegios tienen que mantener una pureza en la sangre (matrimonios restringidos), en sus relaciones (con quién se juntan) y en sus costumbres. En otras palabras, tienen que conservar su singularidad, porque ahí reside el acuerdo con Jehová/Baal, su dios. Si no cumplen, sus privilegios se terminarían.
¿En qué consisten sus privilegios?
Ayuda instantánea de la comunidad judía en cualquier lugar del mundo para conseguir trabajo y promocionarse, y préstamos sin interés.
Porque, amigos, el pacto que los judíos hicieron con Jehová/Baal fue el poder de detentar la emisión del dinero, a cambio de servir a «su dios». Su dios particular.
¿Qué le pidió (y le pide) Jehová a cambio?
Ser los «capataces de la granja terrícola», es decir, mantener al resto de los humanos bajo control. Continuar con la esclavización del sistema monetario.
¿Cómo consigue Jehová que continuen haciendo este sucio trabajo? ¿No quieren los judíos formar parte de la Humanidad y ser queridos?
Evidentemente, sí, la mayor parte de los judíos quiere mezclarse con los otros seres humanos, y ser vistos como uno más: les duele en el alma esta segregación, les duele no poder emparejarse con quien le dé la gana. Quieren (y cada vez más, lo hacen) participar en las fiestas, emborracharse con los «goyim» y tener aventuras con individuos/as del otro sexo y otras religiones. Para que os sirva de ejemplo, mi amigo Gaby tenía un grupo de amigos judíos cuando vivía en Buenos Aires y le llevaban incluso a sus celebraciones. Todos pensaban que era «uno más». Tanto, que se ligó a una judía. Estuvieron juntos unos días, hasta que de pronto le llama y le dice «No puedo seguir contigo». Aunque no le dio más explicación, Gaby sabía que se había enterado de que no es judío. Eso está pasando hoy día, ojo, ¡en una ciudad como Buenos Aires! ¡Entre judíos normales, no ortodoxos!!
El «programa judío» se mantiene, sobre todo, por medio del Jehová que le pidió a Abraham que le cortara la cabeza a Isaac, padre del pueblo judío. Esta historia pende de la cabeza del inconsciente judío y es la clave para no desobedecer a los rabinos. ¿Te imaginas que tu dios le pidiera a tu padre que te cortara la cabeza? ¿Cómo te sentirías?
Jesucristo, el profeta judío que llevaban milenios esperando, vino a Israel para discriminar al Dios verdadero (del amor entre todos los seres) de Jehová (el dios del dinero-deuda); para contarles que les habían engañado. Pero el programa judío fue más poderoso y, manipulados por el Gran Sanedrín, los judíos acabaron mandando asesinar a su propio profeta. ¡Os lo podéis creer!: siglos esperándole y, cuando llega, ¡se lo cepillan!
La razón es bien sencilla: Jesucristo quiso acabar con los privilegios del pueblo judío y, sobre todo, del de la casta dirigente. Y ese gran privilegio es crear dinero que no tienen, lo que indefectiblemente les otorga el Poder de gobernar las vidas de los demás: ese fue el secreto que encontraron los templarios en Jerusalén, que les fue concedido a cambio de las cruzadas y por eso a la vuelta a Europa crearon los primeros «traveller cheques», el origen de la VISA y la Mastercard y de la banca moderna. Ahora mismo estamos descubriendo esos secretos.
¿Cómo es posible que Abraham se conectara con una entidad maléfica?
Si has seguido el deambular de George Kavasillas o Matías de Estéfano, habrás podido comprobar cómo una persona que recibe un mensaje espiritual, es tentado por la Oscuridad para que deje de hacer su labor. Conseguir atraer a un Profeta es una de los mayores triunfos de Satán: lo intentó con Jesucristo, cuando se recluyó 40 dias en el desierto: ¿lo recordais?. Al igual que Jesucristo, los profetas judíos han sido tentados por Jehová y, en algunas ocasiones, han recibido comunicaciones de entidades benéficas y maléficas. ¿Cómo diferenciarlo? El profeta no dice cosas para que todo el mundo se quede tranquilo sino para remover las conciencias: si un profeta trata de quedar bien con todo el mundo, puedes estar seguro de que no lo es.
Esa es la clave esotérica de la Biblia: diferenciar cuando está hablando el Dios verdadero, del impostor, Jehová/Baal.
¿Cómo se soluciona el problema judío?
El problema judío es, por encima de todo, religioso, y se solucionará cuando acepten a Jesucristo y limpien así el enorme trauma que llevan encima por haber mandado asesinar ¡a su propio Profeta! (La buena noticia es que hay varios grupos judíos en Sudamérica que ahora mismo están reividicando a Cristo, por ejemplo: «Judíos con Cristo»).
La otra manera de solucionarlo es atrayéndose a los judíos a la Familia Humana y logrando que abandonen la catalogación de «pueblo elegido».
¡Hay que abrazar a los judíos! (Y mira que yo estoy en contra de los abrazos, pero aquí está justificado).